'Crónicas perplejas': "Quizá ser pueblo es acompañar en las desgracias y dar lo mejor de nosotros mismos para hacer felices a los demás"
Palabras de aliento y consuelo de Antonio Agredano a todos los afectados por la DANA y a quienes trabajan incansablemente en tdaslas tareas necesarias para ayudar
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En esta sección de 'Herrera en COPE', Antonio Agredano mezcla lo “cotidiano y exótico” con una particular visión de las cosas de la vida capaz de equiparar con lo más sorprendente en sus 'Crónicas perplejas'.
Ni siquiera ya confío en el tiempo. Ese que, dicen, pone las cosas en su sitio. Me temo que hay cosas en Valencia que jamás recuperarán su lugar. Que podrán dar millones de vueltas las agujas en un reloj, pero el tiempo será incapaz de curar esta herida, de apaciguar este dolor, de que aquellos municipios ahora devastados vuelvan a conocer una cotidianidad como la que disfrutaban hace apenas unos días antes de la tragedia.
Creo en la capacidad del ser humano para sobreponerse a la catástrofe. Nuestra historia está llena de ejemplos. No hay sentimiento más fuerte que ese de salir adelante. Pero tengo la sensación de que algo en este país se ha roto para siempre. Como si el miedo, la desconfianza y la rabia se hubieran hecho un hueco para siempre en el pecho de las miles de personas que han vivido, en su piel, esta terrorífica DANA.
Pero luego veo a toda esa gente sin dormir, sin apenas comer, sacando barro de sus casas. Veo a los voluntarios llegar con sus palas. Veo al Ejército, a los bomberos, a la Guardia Civil, a la Policía, a los sanitarios allí desplazados. Su cariño, su disponibilidad, su trabajo infatigable. Y va prendiendo en mí una llama de esperanza.
Quizá ser pueblo es acompañar en las desgracias y dar lo mejor de nosotros mismos para hacer felices a los demás
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¿Qué es el pueblo? Me pregunto. Quizá no es solo un grupo de personas. Quizá no es algo que se pueda palpar. Quizá el pueblo es algo más profundo, una emoción que algunas personas tienen dentro. Una forma de entender la vida, de amar a los demás, de desvivirse por el prójimo. Una forma de humildad, de generosidad, una mirada.
Quizá ser pueblo es abrazar a quien lo necesita. Y un Rey puede ser pueblo, claro, y hasta un político puede serlo, por qué no. Y muchísima gente anónima que se entrega a los demás. Quizá ser pueblo es acompañar en las desgracias y dar lo mejor de nosotros mismos para hacer felices a los demás. Quizá el pueblo es un lugar que no está en los mapas sino en el corazón.
Un lugar donde llorar juntos. Un lugar donde encontrar consuelo. Y un sitio donde dejar que el tiempo trabaje y cosa los jirones de la vida y nos devuelva, poco a poco, la claridad.