'Crónicas perplejas': "Tengo la sensación de que ya es tarde para arreglar lo que el paso de los años se empeña en recordarme a diario"
Habla Antonio Agredano de cremas y potingues
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En esta sección de 'Herrera en COPE', Antonio Agredano mezcla lo “cotidiano y exótico” con una particular visión de las cosas de la vida capaz de equiparar con lo más sorprendente en sus 'Crónicas perplejas'.
Mi confusión preferida era de niño darle un traguito a la Coca Cola de papá y darme cuenta de que se había servido un señor DYC cola a los postres. Cómo le podía gustar eso a nadie. Ese sabor tan fuerte, tan desagradable, y encima te reñían… pero que cuando llevaba un rato aquel mejunje en el paladar pensabas: qué fresquito. Qué felicidad tan inesperada.
Volviendo a los potingues, una de las primeras cosas que aprendí cuando viví por primera vez en pareja, allá por el 2005, era que había un producto no solo para cada una de las partes del cuerpo, sino para cada uno de los segmentos del día.
En mi parcela del baño estaba el desodorante, la espuma de afeitar y el bote de colonia. Su parcela del lavabo era como si la Guardia Civil hubiera desmantelado un comando que robara solo en el Primor. Todo allí expuesto. Botes y botes, cremas, tarros grandes y pequeños, de pies, de cara, de todo…
Ahora de mayor, cuando me miro al espejo, me arrepiento de no haberme echado más productos de aquellos. Siempre fui muy inconstante. Y el tiempo pasa rápido y sin clemencia. Lo más que usé de joven fueron champús anticaídas. Y es verdad que no recuerdo caerme. Pero el pelo sí que fue menguando, sí.
Me he vuelto coqueto de mayor. Es lo que tienen los espejos y el paso de los días. Ahora mi espacio del lavabo está lleno de tarros. Cremas matutinas y nocturnas. Hidratantes. Exfoliantes. Retinoles. Y de todo.
Tengo la sensación de que ya es tarde para arreglar lo que el paso de los años se empeña en recordarme a diario. Pero al menos voy a intentarlo. Batallar contra el tiempo. Llenar el baño de cremas y de milagros. Podrán quitarme el pelo y la tersura, pero nadie me va a quitar el entusiasmo
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