'Crónicas Perplejas': "Se le ocurrió poner una cámara en el móvil y las cosas cambiaron para siempre"

Habla Antonio Agredano de los selfies y de lo que hacemos para mejroar nuestra imagen en Instagramselfi

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Habla Antonio Agredano en sus 'Crónicas perplejas' de los selfies y el postureo en Instagram

Antonio Agredano

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En esta sección de ‘Herrera en COPE’, Antonio Agredano mezcla lo “cotidiano y exótico” con una particular visión de las cosas de la vida capaz de equiparar con lo más sorprendente en sus ‘Crónicas perplejas'.

Esto con el Nokia no pasaba. Antes uno tenía su móvil, sus SMS, el jueguecito de la serpiente, los toques para que te bajaras al portal… la vida era más sencilla con aquel ladrillito en el bolsillo. Pero luego a alguien se le ocurrió eso de poner una cámara en la parte de atrás del móvil, que mira tú qué tontería, y las cosas cambiaron para siempre.

Hasta la Reina Letizia ponía morritos el otro día en un selfi con sus hijas. Es imprescindible poner morritos y morderse un poquito los carrillos. Y mirar así de perfil… De frente todos salimos feos ¿No habéis visto un pez en una pecera? Lo bonitos que son de lado y el careto que tienen cuando te miran fijamente.

Mi móvil tiene más cámaras que el Pentágono. Y claro, hay que amortizarlas. Yo soy muy de selfi. Ya lo sabéis. Y de filtros. El blanco y negro, por ejemplo. Te quita todas las penas. Lo guapos que somos en blanco y negro. A lo Humphrey Bogart y Lauren Bacall. Y luego esos filtros que quitan las arrugas. Es verdad que hay gente que se pasa. Que se ponen tantos filtros que parecen un Pokémon. Que parece que se han maquillado con témperas. Y luego vienen las decepciones, claro, pero prefiero una foto de perfil harta a filtros que esa gente que se pone la fotito del ojito nada más. De esos me fío menos.

Y luego la gente se queja y dice: es que la gente sólo pone las fotos en la que sale guapa. Pues claro. Que os entretenga vuestra madre. Me voy a poner yo las fotos en las que salgo bizco y gordo para que digáis: ha ido a peor este muchacho. Me voy a poner yo las fotos con los pies metidos para dentro, las lorzas a los lados de los vaqueros y el pelo clareándome. A ver si os creéis que me he abierto un Instagram para que echéis un buen rato las exnovias y las fieras corrupias de sus amigas. No hay cosa que guste más que decir eso de: pues tu ex está muy estropeado. Yo no pienso dar ni una satisfacción al enemigo.

¿Ya os expliqué por aquí la diferencia entre presumido y coqueto? El presumido quiere recordarnos todo el rato lo guapo que es y el coqueto sabe que, sin ser guapo, puede llegar a resultón, que algo es algo. Y trata, con sus fotos, de conquistar esa hermosura que no le viene de cuna. Y por qué va a dar vergüenza decirlo. Hay que aspirar a la belleza, que ya bastante feo es el mundo. El Instagram es como una verbena de barrio. Allí todo el que va, recién duchado y arregladito. De coraje. Total, si luego siempre rajan los vecinos.

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