'Crónicas perplejas': “Queremos que todo pase por algo, pero muchas veces, las cosas pasan por nada”
Habla Antonio Agredano de casualidades y coincidencias
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En esta sección de ‘Herrera en COPE’, Antonio Agredano mezcla lo “cotidiano y exótico” con una particular visión de las cosas de la vida capaz de equiparar con lo más sorprendente en sus ‘Crónicas Perplejas’.
Quiero pensar que cabalgamos plácidamente sobre la vida con las riendas en la mano, pero con el tiempo he aprendido que sólo somos jinetes inexpertos intentando no caernos de un caballo encabritado que nos lleva por donde a él le place. Por eso, la felicidad es sólo una coincidencia. Las personas adecuadas en los momentos precisos. Como un paisaje hermoso y rojizo que de repente se muestra tras una colina apagada.
Creemos, a veces, que el amor es un estado de ánimo. Una permeabilidad. O una búsqueda. Pero nada más lejos de la realidad. El amor, siempre lo he vivido así, es una bandeja metálica que cae con estruendo en un comedor escolar. El amor, siempre lo he vivido así, es inesperado, impredecible y absoluto. La vida tiene esas cosas. ¿Por qué un viernes y no un sábado? ¿Por qué un bar y no aquel otro? ¿Por qué aquella mesa de la esquina y no aquel hueco de la barra? ¿Por qué esa chica y no otra? Y tras esas casualidades, una vida en común, a veces una familia y algunos años maravillosos.
En un oscuro restaurante de Budapest, me encontré a un amigo del colegio del Parque Figueroa, al que no veía desde octavo de EGB. Una noche, volviendo de marcha, me encontré en el suelo la cartera de un compañero de trabajo. Una tarde, paseando por Edimburgo tras una ruptura, un músico callejero empezó a tocar su canción favorita, como si la vida quisiera ahondar en el dolor. El azar tiene esas cosas. Esos guiños extraños. Intentar comprender la vida es un ejercicio frustrante.
Por eso, a veces, simplemente me dejo llevar. Avanzo por la existencia despreocupado. Lo que está para mí, terminará siendo mío. Lo que se ha ido, mejor dejarlo donde está. Las decepciones y las alegrías, los momentos únicos y los recuerdos trágicos. Queremos que todo pase por algo, pero muchas veces, las cosas pasan por nada. Y seguimos cabalgando, como podemos, por la vida. Con este esplendor y con esta incertidumbre. Lo importante es avanzar, que el paisaje no nos derrote, que no perdamos la curiosidad por lo que nos espera a lo largo de este azaroso camino.