'Crónicas perplejas': “En el Tinder de los insectos, en definitiva, ninguno me hace match"

Habla Antonio Agredano de picaduras

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Antonio Agredano y las picaduras en sus 'Crónicas perplejas'

Antonio Agredano

Publicado el - Actualizado

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En esta sección de ‘Herrera en COPE’, Antonio Agredano mezcla lo “cotidiano y exótico” con una particular visión de las cosas de la vida capaz de equiparar con lo más sorprendente en sus "Crónicas perplejas".

Nunca me ha picado una avispa. Los mosquitos, salvo alguno muy goloso, suelen ignorarme. Se ve que mi sangre no les resulta apetitosa. Tampoco he tenido nunca una de esas escandalosas picaduras de araña con las que la gente se levanta por las mañanas. En el Tinder de los insectos, en definitiva, ninguno me hace match. Las posibilidades de convertirme en superhéroe, por lo tanto, son mínimas.

Ni me ha rozado una medusa, ni me he clavado un erizo entre las rocas, ni un gato me ha arañado nunca. Sólo una vez me mordió un bulldog francés en la rodilla, ya lo conté por aquí, y la dueña dijo que era culpa mía por tener una actitud poco cariñosa con su mascota. El perro me agujereó la pierna con sus dientecillos porque yo no le había acariciado lo suficiente, o algo así. Pobres perros, los dueños que tienen que aguantar a veces.

Mi inmunidad frente a los bichos la compenso con otro tipo de picadura social. Soy al que siempre se le acercan las personas charlatanas en la parada de autobús o en el parque o en la cola del médico. Soy al que la gente habla y cuenta su vida. Lo de las medusas es más llevadero que cuando alguien empieza a contarte sus enfermedades o sus movidas en un monólogo interminable en el que sólo puedes asentir con la cabeza.

No sé cuánto duele el aguijón de una avispa o cómo de profundo se clava la púa de un erizo, pero yo soy de esos que se sientan solos, esquinados, y viene una señora o un señor, se ponen al lado, y termino sabiendo donde viven sus nietos y lo bien que les ha venido el pilates.

A mí se ve que me ha picado el bichito de la amabilidad y de la educación. Así que escucho, doy la razón a los desconocidos, pregunto un poco para que sigan tirando del hilo. Y para esto no hay repelentes con olor a limón. A cada cual nos ha tocado lo nuestro. Yo soy de cero mosquitos, pero innumerables conversaciones de ambulatorio.

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