'Crónicas perplejas': “No es lo que tiramos a la basura, sino cómo vamos vestidos cuando la tiramos”
Habla Antonio Agredano de lo que nos encontramos junto a los contenedores de basura y lo que es capaz de tirar la gente
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En esta sección de ‘Herrera en COPE’, Antonio Agredano mezcla lo “cotidiano y exótico” con una particular visión de las cosas de la vida capaz de equiparar con lo más sorprendente en sus "Crónicas perplejas".
Una noche volvía yo de la Taberna El Gallo de Córdoba con algún fino montillano de más y de camino para el barrio, junto a un contenedor de basura que estaba en la acera de enfrente, vi a una niña que no tendría más de cuatro años, por la altura. Muy rubia, muy recta, con los bracitos así echados para adelante como pidiendo ayuda.
Yo me acerqué y le iba gritando: «¿Estás bien? ¿Dónde están tus padres?». Pero la niña no me respondía. Pensaba, estará asustadita, la pobre. Miré alrededor, pero la calle estaba desierta a esas horas un día entre semana.
Y claro, entre que la calle era oscura, que yo de lejos nunca he visto bien, y la presencia en mi cuerpo de los caldos generosos de mi tierra, al llegar por fin a donde estaba la niña descubrí la realidad.
Alguien había dejado en la basura una de esas muñecas que había antes tipo Nancy que medían un metro por lo menos. Qué vergüenza. Y yo consolando a la muñeca y con el teléfono en la mano ya para llamar a la policía local.
En cualquier caso, lo mejor no es lo que tiramos a la basura, sino cómo vamos vestidos cuando la tiramos. Yo tengo varios outfits. Pijama con zapatillas de deporte y chaquetón por encima en invierno. Meyba y camiseta de fútbol pachanguera en verano. Y luego, para entretiempo, voy como Paris Hilton sacando al perro. A medio camino entre el chándal gris, las botas de nieve y una rebequita de las que se ponen los abuelos para ir a mirar las obras.
Pobre Nancy buscando a sus papás. Podrían haber tirado aquella noche la típica enciclopedia Larousse de los ochenta y así me hubiera ahorrado yo el ridículo que hice. Ofú.
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