‘Crónicas perplejas’: “La vida es un misterio, soñar es un consuelo, trabajar es una gimnasia inevitable"
El trabajo, para lo bueno y para lo malo, es el tema que ha elegido Antonio Agredano para este martes
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En esta nueva sección veraniega de ‘Herrera en COPE’, Antonio Agredano mezcla lo “cotidiano y exótico” con una particular visión de las cosas de la vida capaz de equiparar con lo más sorprendente.
Así nos lo cuenta Agredano:
Hasta Superman tenía que ir a trabajar. Ni salvar el mundo era excusa para no tener que pisar la oficina. Calzoncillos rojos o gafas con montura oscura. Dos vidas en paralelo hasta el final de los días. Nos pasa a todos. Soñamos y vivimos en un equilibrio perfecto. Las pasiones no son rentables. “De nada vale estar vivo si hay que trabajar”, escribió André Bretón. Tampoco hay que llegar a esos extremos.
Los coaches y los manuales de autoayuda llevan años castigándonos con esta frase: “Elige un trabajo que te guste y no tendrás que trabajar ni un día de tu vida”. Ojalá fuera cierto. Casi prefiero el dicho popular: “De todo se cansa uno”. Hasta a Brad Pitt le ha dejado alguna novia. Trabajar cansa. Por más entusiasmo que uno ponga a sus mañanas. Nunca he conocido a nadie que apague su despertador con una sonrisa. Los atascos. Los compañeros estirados. Las cosas que salen mal. Las cosas que salen bien, pero que nadie reconoce como mérito tuyo. Y el dinero, que es como un repartidor de pizzas, que viene y se va y apenas le hemos visto la cara.
Por eso nos abrazamos a la intrascendencia. A esas cosas que no importan, que suelen ser las más importantes. Al rock en las noches o al crossfit por las mañanas. Cursos de cocina. Clubes de lectura. Bicicleta los domingos. Campeonatos de Fútbol 7 los lunes. Los niños sueñan con ser astronautas. Los astronautas sueñan con ser niños. Todos tenemos la esperanza de ser algo más de lo que somos. Delanteros implacables o guitarristas virtuosos. Y, por un instante, ser capaces de congelar el tiempo. Sonreír sin cautelas. Sentir a todo lo que da la vida. Creernos únicos. Romper la rutina como se rompen los platos al chocar contra el suelo. Con idéntico estruendo.
Y a la mañana siguiente, despiertos del sueño de otras vidas, toca volver a los quehaceres. Al amor y a las meriendas. A la amabilidad con los jefes. Aparcando a la primera. Algo de televisión en la noche. Y vuelta a la rueda del hámster. La vida es un misterio, soñar es un consuelo, trabajar es, salvo contadas excepciones, una gimnasia inevitable.