Santi González: “La constitución de la XII legislatura fue un espectáculo deplorable"

Todas las previsiones quedaron superadas por el desarrollo de una sesión caótica y absurda

Santiago González

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La constitución de la décimotercera legislatura fue un espectáculo deplorable que suscitaba en dosis muy armónicas sensaciones de vergüenza y asco. Todas las previsiones quedaron superadas por el desarrollo de una sesión caótica y absurda que contó para su desarrollo con la presidencia que convenía al despropósito: la de Meritxell Batet. Los golpistas y sus aliados prometieron acatamiento a la Constitución mediante fórmulas que negaban la Constitución misma: por la República, por el mandato recibido del pueblo el 1 de octubre, por los presos políticos y los exiliados.

Tenía razón Albert Rivera en el fondo, aunque no en la forma. Su cuestión de orden resultó algo extemporánea y estaba más orientada a disputarle a Casado el liderazgo de la oposición que a combatir a los golpistas. “ya estamos liderando la oposición ante un PP deprimido”, decía un portavoz en El Mundo. Unos minutos antes habíamos visto a su número dos, la gran Inés Arrimadas, besando a los golpistas para saludarlos.

Meritxell, mi Meritxell, tuvo un debut a su nivel. Citó al Tribunal Constitucional pero lo citó mal. La sentencia, discutible, de Rubio Llorente admitía apósitos inocuos, en ningún caso cláusulas que contradigan la Constitución misma al acatar a un tiempo la Carta Magna y un delito. Marchena lo expresó en términos adecuados: todo lo que sucedió ayer se hizo ‘por imperativo legal’. La cumbre acatadora correspondió al líder natural del proceso: Oriol Junqueras que acató con una fórmula de doce palabras leyendo la chuleta en la que la que la llevaba escrita. Con caligrafía párvula y con una ominosa falta de ortografía.

“No se ha mermado la esencia del acatamiento”, dijo la mermada presidenta del Congreso. Y sí se había hecho. Ayer quedó considerablemente mermada la soberanía nacional por unos presuntos que volvieron a desobedecer al Tribunal Supremo y por una presidenta abiertamente incompetente. Esto no ha hecho más que empezar. Que no nos pase nada.