Santi González: "El PSOE nunca ha tenido un candidato tan desvergonzado como Sánchez"
Madrid - Publicado el - Actualizado
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A punto de inaugurar el Jueves santo se nos ha ido Manuel Alcántara, santo patrón del columnismo, gran poeta, rebrote tardío y luminoso de la generación del 27. Fue también un gran cronista deportivo que tomó el relevo de Fernando Vadillo en una época todavía dorada del boxeo. Manuel Alcántara fue nuestro Norman Mailer y se aplicó al oficio de contarlo, con vigor, esmero y respeto a los hechos. Era un cronista atento que asistía al espectáculo de la vida desde el ringside, con la oreja lista para escuchar el sonido del gong.
Sonó tras el último asalto este miércoles santo, pero había en su obra poética una premonición reiterada del momento, pongamos que hablo de los dos tercetos de su ‘Soneto para empezar un amor’: “Tumbarse a ver qué pasa, eso es lo mío,/ cumpliendo años irás en mi memoria,/ viviendo para ayer como una brasa,/ porque no llegará la sangre al río,/ porque un día seremos sólo historia,/ y lo de uno es tumbarse a ver qué pasa”.
Se nos ha ido Manuel Alcántara y su ausencia nos deja un vacío irrellenable y una España algo más mezquina, más chata, más pequeña. La desaparición de los maestros siempre nos deja un poco huérfanos.
En otro orden de cosas, la campaña electoral ha dado un quiebro hacia el ridículo gracias al magisterio que en ello ejerce el tipo que funge de presidente del Gobierno. La desautorización por la Junta Electoral Central del debate a cinco propuesto por Atresmedia que él había aceptado gozoso. Si no está Vox, al doctor Fraude se le baja el punto, rompe su compromiso con la cadena privada y en el mismo acto se vuelve a su televisión pública, pero imponiendo que su debate a cuatro sustituya al de Atresmedia con una excusa pueril: que no tiene otro día libre para debates. Cualquier candidato sustituiría un mitin por un debate en televisión, lo decía hace mucho Alfonso Guerra: Cambio 10.000 militantes por diez minutos en televisión. Diez mil afiliados debió decir; el PSOE nunca ha tenido tantos militantes. Ni un candidato tan desvergonzado como Sánchez Pérez-Castejón.