Santi González: "Colau respondió a la generosidad de Valls con la zafiedad marca de la casa"
El tertuliano de 'Herrera en COPE' hace un repaso a la jornada de proclamación de alcaldes y a los posibles pactos de Pedro Sánchez
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Es inevitable que en un día como hoy hablemos de asuntos municipales con unos ayuntamientos nuevos a estrenar. El sábado se constituyeron los gobiernos en más de 8.000 municipios españoles y esta semana corresponderá hacerlo a las Comunidades Autónomas que celebraron elecciones el 26 de mayo.
El balance general ha sido una victoria política de Pablo Casado, que ha compensado el mal trago de los resultados en las generales. La doble victoria del PP en Madrid, mantenida en cierto suspense por el veto de Ciudadanos a los concejales de Vox y la exótica propuesta del partido naranja de repartir el mandato en el ayuntamiento de la capital en dos años para ti y dos años para mí.
Los Gobiernos autonómicos no van a resolverse con un aumento apreciable del poder municipal socialista y lo que se ve no permite unos cálculos muy optimistas sobre la investidura de Pedro Sánchez. Aunque tampoco lo contrario. La socialista María Chivite no se ha bajado de su pretensión de volver a presidir Navarra desde los viejos tiempos de Urralburu y Otano. Es verdad que el ‘do ut des’ parece no abonar la abstención de EH Bildu a favor de los socialistas después de que estos posibilitaron la salida del bildutarra Joseba Asirón de la Alcaldía de Pamplona para imponer un alcalde de Navarra Suma.
Sus expectativas flaquean también en Cataluña por la parte de Esquerra después de haber privado a Maragall de la alcaldía de Barcelona a favor de Ada Colau. No son los mejores precedentes para la abstención de los 15 diputados de Esquerra. El voto de Manuel Valls a esta indocumentada es un esfuerzo comprensible, pero su empeño en considerar que Ada Colau es una candidata, digamos más constitucionalista que Maragall, es un esfuerzo improbable.
¿Ada Colau es la candidata menos mala? Es probable que sí, pero las diferencias no permiten el alarde de ponerse de pie para aplaudirla. Ella respondió a tanta generosidad con la zafiedad que es marca de la casa, al reconocer que su nombramiento se debía a los votos de Valls, unos votos que ella no había buscado y que la incomodaban. Por si hubiese dudas, ha anunciado que su primera medida será volver a poner el lazo amarillo en la fachada del Ayuntamiento.
Muy mal tienen que estar las cosas para elegir entre la sartén o el fuego. Queda la posibilidad de confiar en la fidelidad a sí misma de la chusma golpista que el sábado por la tarde abuchearon e insultaron a Ada Colau cuando cruzaba la Plaza Sant Jaume para ir al Palacio de la Generalidad a presentar sus respetos a Quim Torra. Que su exclusión de la familia independentista la coloque en el limbo en el que la considera Valls.
El último lance de la geometría variable le espera a Sánchez ante Podemos, donde Pablo Iglesias se juega su razón de ser en situación agónica: necesita entrar en el Gobierno de Pedro Sánchez, pero aún necesita más evitar la repetición de elecciones con la que amenaza el presidente en funciones. Repetición harto improbable, porque beneficiaría más al PP que al PSOE. EH Bildu y Esquerra sacarían partido de facilitar la investidura del doctor Caos, pero los partidos de ahora son muy primarios y necesitan dejar clara su venganza.