Santi González: "A Borrell, el esputo se lo tiró su presidente del Gobierno"

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Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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Hizo bien la presidenta Pastor al aplicarle el reglamento y expulsarlo, pero se equivocó al ordenar que se borrasen los términos ‘golpista’ y ‘fascista’ del diario de sesiones. No son equiparables. Fascista, facista, como dice Tardá, ese puchero de mongetes amb butifarra, es un insulto. Golpista, no. Y es legítimo llamar ‘golpista’ al golpista, Rufián al rufián e ‘imbécil’ al imbécil, aunque para esto último debía llamarse a la senadora Escudero, una especialista en acentuar la palabra llana, que estuvo espléndida aquel día en que le dijo al rufián: “y no me guiñes el ojo, imbécil”.

Ciertamente, golpista y fascista no son términos paralelos… Pero es que además aquí no cabe la censura ni siquiera para el término ‘fascista’. Debería quedarse como las marcas rojas en las inundaciones. “Hasta aquí llegó la crecida el 20 de noviembre de 2018”.

Luego está la denuncia de Borrell, de que el diputado de Esquerra Jordi Salvador, le escupió cuando abandonaba el hemiciclo tras Rufián. Adriana Lastra y José Luis Ábalos no lo vieron; el doctor Sánchez repartió la culpa entre el rufián y el PP para no citar a ER. ¿Y Borrell? Fue la víctima, pero porque él quería. Todo es cosa de que ponga su dignidad por encima de su apego al cargo. Porque el gesto despectivo lo hizo Salvador, pero el gargajo, el esputo, el salivazo, el lapo, se lo tiró su presidente del Gobierno.

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