Santi González: "La renuncia de Marchena ha restañado la herida más evidente de la crisis judicial"
Las claves de una de las decisiones más aplaudidas en los últimos tiempos que pone en evidencia a los grandes partidos
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Muchas son las reacciones tras la renuncia del juez Marchena, y muchas sus consecuencias que analiza Santi González en ‘Herrera en COPE’. La renuncia del juez Marchena a aceptar el papelón que el infame acuerdo entre el PSOE y el PP le reservaba como presidente del Tribunal Supremo y del Consejo General del Poder Judicial ha puesto patas arriba la política nacional y ha dejado en evidencia a los dos grandes partidos. Ambos suscribieron un pacto obsceno tras una negociación a juego entre los dos últimos ministros de Justicia, recusados ambos por el Congreso.
Los dos partidos estaban implicados: por haber acordado el nombre del presidente antes de los vocales que habían de votarlo a él, lo que había puesto de uñas a las asociaciones de jueces. La segunda razón la dio el portavoz del PP en el Senado al enviar a 145 colegas suyos un whatsapp jactándose de que iban a poder controlar las Sala de lo penal del TS desde atrás, iniciativa que combina con muchísima armonía el desprecio a la independencia del Poder Judicial con la estupidez pura y simple. Enviar un mensaje a 145 españoles en la creencia de que lo mantendrán en secreto…
Salvo que se hiciera precisamente para que alguien lo filtrase… También podría ser. El primer efecto de la renuncia de Marchena está en que ha restañado la herida más evidente de la crisis judicial. Todas las Asociaciones de Jueces se han alineado junto a Manuel Marchena. Y la opinión pública ni te cuento. El PP tiene un problema que Casado ha salido a afrontar al dar por roto el acuerdo y reclamar la vuelta al criterio que el PSOE rompió en enero de 1985 con la LOPJ: De los 20 miembros del Consejo, ocho serán elegidos por el Congreso y el Senado, mitad y mitad y los otros 12 por los propios jueces. No está mal, más vale tarde.
Otro asunto es que los golpistas van a recusar a Marchena como juzgador por el 1-O. No haré profecías, pero si algo ha quedado demostrado en este penoso lance es la rigurosa independencia del juez Manuel Marchena. Lo que le queda a Casado es la tarea que le señalaba José A. Zarzalejos: “que pida la dimisión de Cosidó y declare perdida su confianza en Catalá. Por una cuestión de dignidad”.