Santi González: "Sánchez también tuvo un fallo de protocolo en Canadá. Está en su naturaleza"

El tertuliano recuerda que el presidente español se puso delante de Trudeau durante la revista a las tropas

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El comentario de Santi González de lunes 15 de octubre

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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Todavía siguen en el aire este lunes los ecos de la Fiesta Nacional y las anécdotas que protagonizó a su pesar el presidente del Gobierno. Una de ellas, por el abucheo al que fue sometido a su llegada al desfile. Otra, por el incidente protocolario que provocó al quedarse junto a los Reyes para protagonizar el besamanos hasta que un funcionario de la Casa del Rey acudió rápido para ponerlo en su sitio, dicho sea en sentido estricto.

Abuchear o pitar a un gobernante en un momento solemne, como un desfile, es una actitud impresentable. Como lo es cualquier escrache. Tiene razón la ministra de Defensa al calificarlos de insulto a todos los españoles, aunque a ella no se lo pareciese pitar y abuchear al Rey y al himno nacional en las finales de copa que patrocina el Monarca.

Luego estuvo lo del protocolo. Y aquí el problema sería menor, si no fuera porque luego se empeñan en blanquearlo. Malo es cuando meten la pata, pero es peor cuando lo explican y mienten para hacerlo y obligan a mentir a la Casa del Rey para blanquear al presidente del Gobierno. Las explicaciones que el sábado daban "El País" y la nota de La Zarzuela son incongruentes con los hechos. No es la primera vez que tiene estos tropezones el presidente del Gobierno.

Apenas hace un mes lo tuvo en Montreal, cuando pasó revista a las tropas, no junto a, sino por delante del primer ministro canadiense, Justin Trudeau. Está en su naturaleza.

Trudeau recibe a Sánchez con honores militares en Montreal

GRAF644. MONTREAL (CANADÁ), 23/09/2018.- El presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez (d), recibido hoy con honores militares por el primer ministro canadiense, Justin Trudeau (i), a su llegada a la unidad militar de los Royal Canadian Hussars Armory, en Montreal. EFE/Ballesteros