Así fue la noche del terror en la casa okupa de Godella

Javier Negre, en su 'Informe Negre' de esta semana, aborda el terrible doble crimen de Godella.

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Informe Negre, con Javier Negre (18/03/2018)

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

6 min lectura

Esta semana, Javier Negre aborda el doble parricidio de Godella. De esa locura mezclada con drogas que llevó a una madre de familia acomodada y ante la presunta pasividad del padre a acabar con la vida de Amiel e Ixchel, sus dos hijos de tres años y medio y cinco meses. 

La investigación sigue adelante, pero ya conocemos muchos detalles y la verdad es que son estremecedores. La Guardia Civil cree que la madre asesinó a sus hijos a golpes en una en la que tuvo una fuerte discusión con su novio Gabriel, un belga con el que se vino a España cuando se quedó embarazada de él.

A primera hora de la mañana, la joven se fue de la casa gritando desnuda y con manchas de sangre. El hombre salió corriendo detrás y ella se metió en un bidón confusa. Una llamada al 112 de un vecino asustado por las voces y que creían que estaban ante un caso de violencia de género hizo que varios agentes aparecieran en la casa y se encontrasen al marido desconcertado. Éste les dijo: “Aquí no hay nada que hacer. Yo me quiero ir a Bélgica. Están todos muertos”.

Y Gabriel les dijo a los investigadores que la madre se había tirado la piscina con los niños porque quería reencarnarse. Los agentes vaciaron la piscina y vieron que allí no había nada. Encontraron cerca en un bidón a María escondida y desconcertada. Ésta les dijo: “Si no me escapo, me mata. Me ha pegado una paliza” y en el cuartel tras diez horas de interrogatorio en la unidad de psiquiatría del hospital de Liria acabó confesando dónde estaban las dos fosas donde estaban sepultados.

Los niños tenían signos de haber sido golpeados fuertemente en la cabeza. La mujer no paraba de decir que los niños tenían que resucitar y que los había matado porque Dios se lo había ordenado. Tanto el hombre como la mujer están detenidos acusados de dos asesinatos. Él ha dicho que agredió a su mujer por matar a sus hijos. El juez acordó ayer prisión provisional y sin fianza para ella que de encontraba en la unidad de psiquiatría del hospital de Liria. Su marido había ingresado en la cárcel un día antes. 

A la madre se le va a realizar un informe psiquiátrico para determinar si puede ser imputable o inimputable, porque se sospecha que actuó bajo un brote psicótico. Todo apunta a que ella tiene un cuadro psicótico y de violencia esquizoide por los síntomas que ha presentado: alucinación, predilección por lo parapsicológico, delirios y manía persecutoria. Pero es que aparte del trastorno mental que parece tener, la mujer era adicta a las setas alucinógenas, a la aguayasca y seguía los postulados de una peligrosa secta. Un cocktail explosivo. 

María y Gabriel aseguraban que eran seguidores de la sociedad secreta de los 'Illuminati' y muchos cercanos la pareja ya eran conscientes de que sufrían enajenación mental. La pareja vivía en un chalé abandonado en condiciones de insalubridad en un paraje boscoso entre dos de las urbanizaciones más exclusivas de Valencia donde viven estrellas de fútbol y políticos. En una de las paredes del chalé podía leerse: "Vais a morer todis". El hombre le decía a los amigos que tenía demonios dentro de la cabeza y recogía animales muertos del campo. Había puesto un cráneo de animal en casa porque les protegía de los demonios.

La gran pregunta es, "¿por qué nadie actuó?". El problema es que la Administración Pública era conocedora de los problemas mentales de los padres. En 2016 los Servicios Sociales del Ayuntamiento de Godella abrieron hasta dos expedientes a los padres por sus problemas mentales y su falta de cuidado a los hijos, pero ambos se archivaron. El último se abrió el pasado lunes cuando lamadre de la joven llamó a la Policía alertada por la mala situación de sus nietos y tras recibir una carte de su hija con este mensaje: ‘Me voy con el creador’.

Dos patrullas de la policía local de Godella y de Rocafort se personaron en la vivienda de la pareja para poner orden. Observaron que todo estaba aparentemente bien y los agentes entendieron que sólo era una disputa entre su hija y ella. El miércoles la abuela llamó muy preocupada al teléfono del menor, que se puso en contacto con los servicios sociales de Godella. Estos abrieron un nuevo expediente y pidieron información al centro de salud de Godella y al colegio público de Rocafort donde estaba matriculado el mayor de los niños y también se pusieron en contacto con la madre de Gombau para ampliar la información de que disponían. En las horas siguientes, probablemente esa misma noche, la madre mató presuntamente a golpes a sus hijos y los enterró cerca de la casa. Una de las hipótesis es que la pareja temiese que les iban a quitar a los niños y aceleraron el fatídico final. Días antes había intengado ahogarlos en una fosa séptica y el padre les salvó. 

Vivían en malas condiciones porque María se empeñó. Su madre, de una familia adinerada, le había ofrecido una casa, pero ella y su pareja querían una vida hippy. Una vida de okupas en un chalé abandonado que no tenía ni luz ni agua corriente. Su madre le llevaba comida y juguetes para los niños y la pareja vivía de la beneficiencia de algunos vecinos.

María siempre ha rechazado esa vida de opulencia que ofrecía su familia. Siempre quiso ser rebelde y encontró, como muchas otras niñas de papá, en los movimientos antisistema en su razón de ser y fue una de las indignadas más activas del 15-M. Hasta el punto de que en 2011 fue detenida durante una manifestación en Valencia. Se sintió tan orgullosa de aquel acto de rebeldía que subió una foto a su perfil de Facebook esposada.

En sus primeras declaraciones ante el juez, ambos se han negado a declarar alegando que no recordaban nada y por consejo de sus abogados que ya trabajan en conseguir demostrar que son inimputables porque estaban bajo un brote esquizofrénico. María en sus primeras palabras ante los investigadores dijo que cuando se encontró a los niños en las fosas ya tenían esos golpes en la cabeza. Sí reconoció haberlos enterrado y trató se involucrar a su marido cuando dijo que sabía donde estaban los cuerpos.

El padre dijo ante las autoridades que cuando se despertó a las siete y media de la mañana del jueves preguntó a su mujer por los niños y al no verlos y sospechar que los había matado le pegó y salió corriendo tras ella. Los investigadores aún desconocen si Gabriel participó en los asesinatos y si María pudo matar a los niños sin que el hombre se despertase. A ambos le han aplicado el protocolo antisuicidios en la cárcel de Picassent. 

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