Informe Negre: Garzón, Delgado y Villarejo, un triángulo de "troncos" sospechoso
El periodista Javier Negre nos habla esta semana del triángulo que forman la ministra Dolores Delgado, el juez Baltasar Garzón y el ex comisario Villarejo.
Madrid - Publicado el - Actualizado
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Podemos decir que José Villarejo y Dolores Delgado son amigos desde hace 20 años. Villarejo conoció a Dolores a través de su amigo íntimo el ex juez Baltasar Garzón. Eran tiempos en los que Garzón instruía el caso Gürtel y ella era fiscal de la Audiencia Nacional. Los tres formaban parte de un reducido grupo conformado por mandos policiales, jueces y fiscales que se veían en un modesto bar en los alrededores de la plaza de toros de Vistalegre.
Ahí, entre raciones de patatas bravas y gambas, hablaban sin reservas sobre procesos judiciales abiertos. Villarejo a su entorno siempre ha catalogado a Lola como su “tronca”, un apelativo que el comisario siempre usa para referirse a sus amigos o colaboradores. Porque en la red de colaboradores de Villarejo ha habido políticos, jueces, fiscales y periodistas. Ahora la mayoría niegan conocerle. Como hizo Dolores cuando se vinculó su nombre con el de Villarejo. La afirmación de Dolores de que solo se ha visto en tres ocasiones con el comisario es falsa.
El grupo de policías, jueces y fiscales se reunían con bastante asiduidad y ella y él estrecharon aún más lazos cuando Delgado pasó a dedicarse a la lucha contra el terrorismo islamista. Villarejo era un agente encubierto que se infiltraba en grupos terroristas en el norte de África y él tenía que informar de sus avances a la fiscal Delgado. Sus reuniones en su despacho de la Audiencia Nacional eran continuas. Incluso se ha llegado a ver a la mujer de Villarejo bajando en un mismo ascensor con Dolores. Nadie en la Audiencia Nacional entiende por qué la ministra se apresuró a negar cualquier tipo de relación profesional con Villarejo cuando por su trabajo estaba perfectamente justificado. Lo que no estaría justificado, como se sospecha, es que Dolores hiciese gestiones en favor de algún cliente privado de Villarejo a los que les cobraba importantes sumas de dinero. Como en el caso del empresario naviero Ángel Pérez Maura.
Se ha comentado mucho esta semana sobre que Villarejo es el responsable de estas nuevas filtraciones. Pero en su entorno niegan la mayor sobre la base de que estas grabaciones van en contra de él porque le sitúa como el cerebro de una trama de chantaje que usaba hasta prostitutas para obtener información. En una serie de conversaciones que ha mantenido estos días desde prisión se ha mostrado preocupado por la situación de su amiga Lola, en referencia a Dolores. “Pobre Lola, se la quieren cepillar. El Estado la está presionando para que reniegue de mí y ella ha aceptado. Quieren eliminar a todo el que haya estado a un metro de mí. Quieren acabar con la gente que ha creído en mí, que ha apostado por mí. La maquinaria ya está en marcha. Preparaos y cuidaros”, le ha llegado a decir a su mujer. La aparición de estas grabaciones en el digital de nueva creación moncloa.com disparó las alarmas de que fuese un artificio de Villarejo. Hasta donde he podido comprobar no hay relación aparente. De hecho, el digital ha sido muy crítico con Villarejo, algo que nunca toleraba el comisario cuando te facilitaba una información de calado.
Es cierto que Villarejo días antes de ser detenido estaba inmerso en la creación de un medio para soltar bombas informativas, pero su arresto lo frenó todo. El comisario intentó lograr su excarcelación llegando a un pacto primero con el PP. Un intermediario suyo se dirigió a la entonces ministra Dolores de Cospedal y ésta hizo caso omiso. Semanas después, aparecían las grabaciones sobre los encuentros entre el rey emérito y Bárbara Rey y se da por hecho que Villarejo estaba detrás porque los periodistas que firmaron las informaciones eran sus informadores de confianza. Cuando llegó el PSOE al Gobierno, el policía jubilado también intentó un pacto a través de un miembro del gabinete de Moncloa.
Pero el Ejecutivo lo rechazó y días después aparecieron las grabaciones de Corinna hablando de las supuestas cuentas del rey emérito en Suiza. También se dio por hecho que Villarejo estaba detrás. Ahora, en el caso de las grabaciones contra Dolores, hay más dudas sobre el filtrador y el juez ya lo investiga. El Gobierno ha insistido en que se trata de un chantaje político, pero no hay unanimidad. El abogado de Villarejo acababa de salir de prisión y él estaba a punto de conseguir un permiso para ver a su hija. Ahora las grabaciones le complican todo.
A principios de año, el comisario pidió por escrito al juez que siguiese custodiando el material sensible que habían requisado en su domicilio. Miles de horas de grabaciones con altas personalidades del Estado. El magistrado desoyó su petición y pidió el volcado de ese material para que fuese analizado por la unidad de Asuntos Internos de la Policía Nacional, cuerpo históricamente enemistado con Villarejo. Ahora ese material está en varias manos. En policías de esta unidad, en otros del departamento tecnológico, en la Fiscalía y una serie de personas en el extranjero a las que Villarejo entregó su material con una serie de órdenes precisas.
Es muy probable que aparezcan nuevas filtraciones. Fuentes del entorno de Villarejo insisten que ya está todo descontrolado y que no hay forma de parar la aparición de esta información posible. Echan la culpa a los Gobiernos del PP y del PSOE por no haber posibilitado la liberación del único que podía frenar todo e insisten en la peligrosidad de que se filtre el informe Jano, que tiene cientos de miles de datos personales y debilidades de altas personalidades del Estado.
Fichas de personas relevantes con títulos como control de togas. Porque hubo seguimientos a jueces, empresarios, políticos. La mujer de Villarejo insiste en que este informe está en manos extranjeras. Según Villarejo, este informe fue entregado por el CNI al Rey emérito y éste se lo dio a Corinna para que le sirviese de protección. Ahora se desconoce su paradero. Y son muchos los que tiemblan en este país. Y fuera de él.