El triángulo amoroso mortal y los tres divorcios de Llanes
Javier Negre dedica su 'Informe Negre' de esta semana al crimen del concejal de Llanes (Asturias)
Madrid - Publicado el - Actualizado
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Esta semana Javier Negre deja a un lado la política y se centra en un suceso que ha conmocionado a España y al tranquilo y bello pueblo asturiano de Llanes. Nos referimos al asesinato de Javier Ardines, el concejal de Izquierda Unida que murió asesinado el pasado 16 de agosto y que el pasado martes la Guardia Civil detuvo a sus autores.
En los últimos días, la Guardia Civil da el caso por resuelto porque tiene claro que Pedro Luis Nieva, primo político de Javier Ardines contrató a dos sicarios argelinos para matar al concejal de Izquierda Unida al enterarse de que Ardines mantenía una relación sentimental con su mujer Katia, prima de la esposa de Ardines.
Según la investigación, Pedro encargó a un allegado, que también está detenido, que contratase a dos sicarios. Le dio un presupuesto de 35.000 euros. 25.000 euros fueron a los argelinos, con antecedentes por drogas y uno de los cuales está en Suiza detenido y pendiente de extradición. 10.000 fueron para el amigo en concepto de comisión. Se puede decir que eran sicarios ‘low cost’ porque un sicario traído de Colombia te cobra por un trabajo así unos 90.000 euros y habría hecho muy dificultosa la resolución del crimen. Porque los sicarios que mataron a Ardines dejaron pistas en la escena del crimen y la forma en el que le asesinaron no fue la más sutil precisamente.
También se sabe ya cómo mataron al concejal. El 16 de agosto, a las seis de la mañana Ardines salió en coche de su chalé que estaba al final de un camino en una zona ciega. De esas donde no accede el vehículo del Google Maps. Iba camino de su barco listo para zarpar dado que compaginaba su labor como concejal con la de pescador. A 50 metros se topó con tres vallas de obra amarillas tapándole el paso. Se bajó del vehículo para quitarlas. Semanas antes se había encontrado con vallas bloqueándole el acceso, pero en aquella ocasión no se bajó del coche. Fue el primer intento de “darle un susto”, como ha reconocido uno de los sicarios argelinos.
En su segundo intento de matarle decidieron colocar más vallas que le obligasen a bajarse del vehículo. Cuando desciende del coche, uno de los sicarios le golpeó por detrás con un bate de béisbol y el otro le roció la cara con gas pimienta que quedó impregnado en una de las vallas. Pese a ello, el concejal, corpulento, pudo sobreponerse y avanzó 60 metros. Lo persiguieron, lo arrastraron por el suelo y uno de ellos le asfixió hasta provocarle la muerte. Ese ensañamiento no casa con el testimonio de Pedro de que los contrató para darle un susto. Uno de los sicarios aseguró que él se fue de allí estando el edil con vida y dejando toda la responsabilidad de la muerte en el sicario que estaba en Suiza. La investigación no le da ninguna credibilidad y considera que no se fueron de allí hasta matarle. A las ocho de la mañana un vecino se encontraría el cuerpo sin vida de Ardines. Comenzaba la investigación que no iba a ser fácil puesto que Ardines era una persona con muchos enemigos. Políticos y personales dada su azarosa vida sentimental.
Los primeros meses se especuló con que podría haber sido un crimen con motivación política. Las noticias que los medios de comunicación publicaron los primeros días sobre el caso tranquilizaron mucho a Pedro Nieva. El foco se puso en la tensa política municipal. Ardines había entrado en el equipo de Gobierno, como único edil de IU, en 2015, para, aliado con el PP, Foro y Vecinos por Llanes, desalojar al PSOE tras 28 años de gobierno con mayoría absoluta. Ardines acusaba a los socialistas de haber instaurado un sistema caciquil en Llanes y era el que más se aplicaba en hacer limpieza. Se especulaba con su muerte podía estar relacionada con la decisión del Consistorio de tumbar varios planes urbanísticos y los enfrentamientos que tenía Ardines con varios colectivos de funcionarios, entre ellos, la Policía Local. Ardides era, sin duda, el que más enemigos tenía y su discurso en contra de la construcción en parajes protegidos puso nervioso a poderosos constructores y a técnicos del Ayuntamiento. Los investigadores tomaron muestras de ADN a funcionarios del Ayuntamiento para cotejarlas con las que se habían recogido del cadáver de Ardines, pensando que pertenecían a los asesinos.
Y mientras tanto Pedro, el presunto inductor del asesinato, hacía vida tranquila. Él estaba la mar de tranquilo. Seguía yendo a trabajar a su empresa de instalaciones eléctricas que tiene en Amorebieta y que andaba en horas bajas porque con la crisis muchos de los que le contrataron dejaron sin pagarle. Él no había estado en el escenario del crimen, por tanto, él se sentía intocable. El presunto inductor no se desplazó a Llanes para despedir al marido de la prima de su mujer, el que había sido su amigo pero con quien en los meses anteriores había cortado relaciones. No así su esposa, Katia, quien horas antes del crimen estuvo con la ahora viuda pasando el día.
Desde septiembre el principal sospechoso estuvo vigilado por la Guardia Civil. Cuando los agentes conocieron la relación entre Ardines y Katia, que ella negó al principio, y que Pedro había grabado a los amantes entendieron que podía sentir una venganza. Sabían el carácter agresivo y celoso compulsivo de Pedro. Le pincharon el teléfono a Pedro y empezaron a seguir sus movimientos. En noviembre, transcendió en un medio regional que el principal sospechoso era un residente del País Vasco con casa en Llanes y en el pueblo todo el mundo empezó a hablar de Pedro como responsable. Él no había vuelto por Llanes. La Guardia Civil había buceado en su red de amistades dentro del mundo del hampa de Vizcaya porque él estaba relacionado con el negocio de las drogas. De hecho, a principios de enero le detuvieron por instalar una red eléctrica en una plantación de marihuana. Salió en libertad con cargos y hace unas semanas la Guardia Civil logró situar a los dos argelinos en la escena del crimen gracias al móvil de uno de ellos y al coche. Encontraron restos biológicos de los mismos y gracias a los registros telefónicos pudieron determinar la conexión entre Pedro y los sicarios.
La Guardia Civil da por cerrado el caso y ahora sólo queda pendiente que la Justicia condene a Pedro por ser el cerebro del asesinato, a los dos argelinos por ser autores materiales y al que les contrató directamente por presunta complicidad. "No habrá más detenciones, pero no se descartan más divorcios”, ironizan en un pueblo que ha vivido meses de auténtico infarto.