Luis del Val advierte del 'presunto conflicto emocional' que sufre Torra

Escucha  'La imagen del día de Luis de Val" emitido el 30 de septiembre de 2019, en ‘Herrera en COPE’

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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Son las nueve y ....... de la mañana y todavía no se tienen noticias de que el ciudadano Joaquín Torra haya presentado una querella por injurias contra los miembros de los CDR detenidos, que le involucran a él y a una hermana del Gran Cobarde, como cómplices de la preparación de atentados con explosivos.

Ha habido un sábado y un domingo por en medio, donde los juzgados están cerrados, pero posiblemente, sumidos en ese pequeño mundo de la 'república onírica'no sepan que durante los días festivos, en España, permanecen abiertos los juzgados de Guardia. Si a Carlos Herrera, o a cualquiera de los que estamos sentados en el locutorio, un presunto terrorista -al que se le han grabado ensayos con explosivos- nos denunciara como encubridores y cómplice de sus actividades, en el más que probable caso de que eso no fuera verdad, con gran diligencia nos presentaríamos en el juzgado más próximo, acompañados de un letrado de nuestra confianza, para defender nuestra inocencia  y, a la vez, querellarnos contra el mentiroso e injuriador. 

Si el supremacista Joaquin Torra, y la hermana del Gran Cobarde, no lo han llevado a cabo todavía, me imagino que es por el presunto conflicto emocional de comprobar que un hermano ideológico, alguien con quien compartes los mismos objetivos secesionistas, se ha ido de la cabeza y está dispuesto a convertirse en un criminal. Cuando somos forofos de un equipo, y nuestro defensa le sierra la pierna al delantero del equipo contrario, dentro del área, siempre nos resistimos a reconocer que es un penalty de libro, y todo secesionista es forofo como todo racista lo es porque él se cree superior a los demás.

Estoy convencido de que, antes de que este programa concluya, un abogado se personará en el caso, para descargar al supremacista Torra del repugnante delito de amparar y alentar los desórdenes con peligro de muerte de personas inocentes, precisamente por quien tiene encomendada la misión de proteger a los ciudadanos de delitos y desórdenes. Pero si no es así, si con su silencio aceptan el baldón de ser colaboradores necesarios en acciones terroristas, creo que se ha pasado un límite que nos permitiría afirmar que el supremacista, el que hace de doncella del Gran Cobarde huido en Bélgica, ha dado un paso peligroso que debe ser castigado.

Ya hemos aceptado pulpo por animal de compañía. Ya hemos comprado que cortar una autopista durante horas no es violencia; ya hemos admitido que asaltar, pintarrajear y acosar las sedes de partidos que no son independentistas, es libertad de expresión. Ya se ha demostrado que tenemos tan poco cuajo que ni protestamos cuando al hijo de un guardia civil su profesor le dice en clase que su padre es un criminal hasta hacerle llorar. Ya hemos aprobado con sobresaliente nuestra falta de decisión, nuestra pasividad,  pero si se deja impune este paso adelante, lo próximo que escucharemos será otra explosión en Las Ramblas o donde sea. Y lo malo es que, cuando el presidente de Gobierno en funciones electorales, dice que no le temblará el pulso, muchos españoles pensamos en el párkinson.