Luis del Val: "¿La economía? No les distraiga, que están estudiando las últimas encuestas"

Luis del Val

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La Economía es una ciencia muy rara. Es una ciencia, sí, basada en algo tan serio como las matemáticas, pero con una sensibilidad emocional casi adolescente, a la que le influyen, desde unos resultados electorales hasta las declaraciones de un señor o una señora, fenómeno que no sucede, por ejemplo, en química o en física.

Tú mezclas, con las proporciones debidas, azufre, oxígeno e hidrógeno, y saldrá siempre ácido sulfúrico, gane las elecciones Trump o salga una señora diciendo que el diesel es el hombre del saco del motor de explosión. La Economía, en cambio, sufre flatos, barruntos, decaídas y euforias de origen oscuro.

En realidad, los economistas tienen fama porque explican, de manera razonada y coherente, por qué casi nada de lo que dijeron que iba a pasar, pasó, y sucedió casi todo lo contrario. Los oyes y, dices, mira, pues se entiende. Lo que no se entiende es la causa de que la economía se enfríe o se caliente, aunque es una cosa que ya sucedía en el Egipto de los faraones y viene en la Biblia, donde se nos recuerda lo de los siete años de vacas gordas y los siete años de vacas flacas.

Los profetas de las cosa vienen hace más de un año diciendo que van a llegar las vacas flacas, y aunque la ministra en funciones electorales -perdón ministra de Economía en funciones- dijo aquí, ayer, en este programa, que no se ve claro, lo cierto es que los números vienen dándole la razón a los profetas de las vacas flacas, y ahí está el adiós del presidente del Banco Central Europeo que, en su despedida, para que los bancos den créditos a bajo precio ya sólo le ha faltado enviar unos tipos apuntando con la pistola a los banqueros.

A eso le llaman calentar la economía, algo así como ponerle a un inapetente, una variada muestra de platos, desde clásicos torreznos crujientes a sofisticados blinis de caviar, a ver si se le abre el apetito y picotea algo, y el público, que somos nosotros, compramos más, y nos endeudamos más, y se fabrica más, pero eso tiene el peligro de la burbuja, y nos podemos quedar con el coche recién comprado y unas deudas que no podemos afrontar. La tribu terrestre ha llegado a la Luna, explora planetas lejanos, conoce las entrañas de las simas submarinas, pero es incapaz de resolver estas oleadas y retiradas del capitalismo, esta sucesión permanente de los años de vacas gordas y los años de vacas flacas. En el comunismo no hay dudas.

Ahí tienes a Cuba, o Venezuela, donde no hay sorpresas, porque cada año que pasa la vaca está más flaca y el dirigente más gordo. En las revoluciones del proletariado se cumple la máxima marxista, facción Groucho, y siempre, siempre, partiendo de los más hondos pozos de la pobreza se llega hasta las más altas cumbres de la miseria. Pero seamos egoístas y hablemos de lo nuestro: ¿está previsto hacer algo? No. Estamos imposibilitados para tomar ninguna medida porque permanecemos en campaña electoral desde hace meses, y no terminará hasta noviembre. ¿La economía? No les distraiga, que están estudiando las últimas encuestas.