Del Val: "Me arrepiento de no reconocer al Illa soberbio que abandona el barco sin arrepentirse de nada"

Luis del Val

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Luis del Val pone el foco de la imagen del día de "Herrera en COPE" en el despiste que ha sufrido en su olfato periodístico:

"Me arrepiento de mi falta de olfato periodístico, cuando hace poco más de una semana, en un restaurante de Madrid, teniendo enfrente al presidente de Naturgys, no le pregunté por las opas que se avecinaban, a pesar de que su discreción no me hubiera proporcionado el menor dato.

Me arrepiento de haber echado en el olvido que la vacunación del ex-Jemad se produjo con arreglo a las instrucciones emanadas del Ministerio de Defensa, y que Margarita Robles, la Salomé de este baile de cabezas cortadas, lo hizo por igualarse en imagen con el ministro Marlaska, en una rivalidad personal conocida y notoria.

Me arrepiento de haber creído que los socialistas catalanes eran diferentes de los secesionistas, pero les une el complejo de superioridad, sólo hay que escuchar las declaraciones del nuevo ministro de Destrozo Territorial, que yo llamo así, después de que el titular declare que España es una nación de naciones. No, señor nuevo ministro, una nación de naciones sería, acaso, la Unión Europea, o en cuestiones de Defensa la OTAN, pero a usted la OTAN, de tanto mirar el ombligo catalán, le debe sonar a como Nueva York a un cabrero de Modorro de los Infantes.

Me arrepiento de haber tenido esperanzas de que esta tragedia, que extiende su llanto, su dolor y su luto, a cerca de 90.000 familias españolas, generara algo de compasión en quienes nos gobiernan, y aparcaran sus cálculos electorales y sus egoísmos a corto plazo, ante el inmenso respeto que producen las catástrofes, pero compruebo que me he equivocado.

Y, sobre todo, me arrepiento de haber creído que las buenas formas son una expresión espontánea de las buenas personas, olvidando que hay asesinos muy educados, y jefes de mafias que ordenan ejecuciones, siendo ejemplares padres de familia, y economistas que arruinan empresas, sin dejar de ser afables y generosos con sus amigos. Me arrepiento de que cuando Illa dijo que la paciencia tenía un límite, y arremetió con tanta fuerza como falta de razón contra la Comunidad de Madrid, no advirtiera el soberbio que había detrás, el irresponsable que se olvidó de comprar jeringuillas, como antes mascarillas, y que está tan satisfecho de mirarse frente al espejo que abandona el barco sin arrepentirse de nada".


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