Del Val: "Camareros, recepcionistas, kellis, botones…, búsquense otro trabajo"

Luis del Val

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Hace pocas semanas, una ministra, con ese desparpajo e irresponsabilidad que caracteriza a las adolescentas, sentenció a los coches movidos por diésel, y declaró que tenían los días contados. Mano de diablo: la venta de automóviles diésel cayó en picado, se intentó neutralizarla con una campaña de publicidad, pero el poder destructor de las adolescentas es casi imposible de parar.

Ese mismo hachazo lo asestó, ayer, el Gobierno al sector del turismo. Mientras en la Unión Europea se está hablando de pasillos turísticos, y se está pendiente de una reunión con el sector para establecer una normativa segura entre los europeos que quieran pasar sus vacaciones en otro país de la Unión, el Gobierno decreta que cada turista que venga deberá pasar una cuarentena de catorce días. Y esa noticia aparece en el Daily Telegraph y el Financial Times, de Reino Unido; y en Le Monde, de Francia; y en el Frankfurter Allgemeine Zeitung y el Bild, de Alemania; y en Il Corriere de la Sera de Italia, y se difunde por las televisiones y emisoras de radio, y, como en las noticias nadie atiende si eso es con alarma o sin alarma, la alarma ya ha sonado y británicos, franceses, alemanes e italianos, estarán hoy acudiendo a las agencias de viaje para pasar quince días en Canarias o en Marbella, sin salir de la habitación del hotel. Desde luego no había una forma más dañina y perjudicial para cargarse la temporada de verano. Este mismo Gobierno tan exigente es el mismo que estaba cuando, hasta no hace mucho, como ha recordado Joaquín Leguina, dejaba entrar a los pasajeros de 250 aviones diarios, o sea, una media de 60.000 personas, sin que a nadie se le mirara, aunque viniera con pústulas sanguinolentas por todo el rostro.

Camareros, recepcionistas, kellis, botones, cocineros, gobernantas, directores de hotel, busquénse otro trabajo, porque les han condenado al ERTE. Sí, luego, rectificarán, pero es ahora el momento en que las familias comienzan a planificar sus vacaciones y España no va a ser el destino preferido. Eso afecta a dos millones y medio de puestos de trabajo. Nada más. Bueno, no afectará a todos, pero si usted es uno del millón largo que va a sufrir el paro de larga duración, necesitará mucha suerte.

Este hachazo podría tener la defensa de la salud colectiva. Pero cuando el disparate alcanza niveles de tontería contemporánea cum laude, es cuando se prohíben las rebajas. Pero vamos a ver ¿el corona virus se enfada si me compro unos pantalones rebajados? ¿Esto, lo ha decidido el ku kush clan de los expertos secretos del Gobierno, ha sido una decisión del desaparecido ministro de Consumo o hay alguna adolescenta sin clasificar? Vamos a ver: el estado de alarma permite reglar la distancia entre personas, y la capacidad de aforo de los comercios, pero no faculta para regular los precios. ¿Cuál será la próxima? ¿Qué los precios de oferta vengan en números pequeñitos? ¿Nacionalizar las mercerías? Señor comerciante: queda usted detenido por rebajar los precios. Si no fuera porque estamos asistiendo a la ruina del país, sería argumento para una sátira. Y nos reíamos cuando multaban a los comerciantes en Cataluña por rotular en castellano. Sus socios de investidura son todavía peor que los secesionistas, e igual de déspotas.