Luis del Val: "Cada día el asunto Ábalos proyecta un olor más pestilente"

Luis del Val

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Me llama la atención el acoso por parte de AENA a un trabajador que, ante las órdenes recibidas en contra de las leyes que le han enseñado a que cumpla y haga cumplir, se dirige al notario, y narra lo que se ha visto obligado a hacer, en una acción valiente, porque sabía el riesgo que iba a correr. Y estaba en lo cierto. Al poco, los valientes jefes de AENA le abren un expediente por cumplir con su deber de ciudadano y no ser cómplice de un delito, como sus jefes cometen de manera evidentemente sumisa. Ahora, nos enteramos que desde el ministerio de vuelos nocturnos, mentiras y grandes misiones diplomáticas, se presionó a AENA para que iniciara la persecución al trabajador.

Y toda España hemos asistido a esta miserable persecución con bastante indiferencia, empezando por nosotros mismos, los periodistas, que ni hemos preguntado quién era el trabajador, ni le hemos concedido importancia a la desigual lucha, nada menos que entre un ministro y una empresa como AENA, todos unidos valientemente en contra de un humilde y modesto trabajador.

Estoy convencido de que si algún medio se hubiera puesto en contacto con AENA para interesarse por la falta cometida por el trabajador, no digo que no le hubieran abierto expediente, pero también se hubieran puesto nerviosos. Tengo experiencia profesional.

Pero si los periodistas hemos sido insensible a la persecución, no digamos los grandes sindicatos estatales, los grandes subvencionados para que defiendan al trabajador, los que sacarán pecho el próximo uno de mayo, y se volverán a autoproclamar defensores de los débiles. Ni UGT, ni CCOO se enteraron de que se estaba persiguiendo de manera indigna a un trabajador, ni dieron un paso al frente, y fueron cómplices vergonzosos.

Y es que, además de las epidemias que afectan a la salud corporal, hay otras epidemias peligrosas que afectan al decoro y a la decencia de una sociedad. No le damos importancia, porque no mata, pero degrada, empuerca y corrompe.

No es único el caso del trabajador sólo contra todos, es también la humillación de admitir en una mesa de negociación la presencia de un presunto delincuente y la desaparición de representantes de esa mayoría de catalanes que se siente españoles, y es también esa complicidad indigna de las niñas prostituidas en Baleares, una infamia que no es de ayer mismo, sino que tiene dos lustros de antigüedad.

Por cierto, y volviendo al trabajador acosado, cada día que pasa el asunto del ministro de vuelos nocturnos y mentiras recibe una nueva complicación. Esperamos con anhelo una declaración que asegure que el ministerio nunca presionó a AENA, y AENA diciendo que los acosadores son sólo ellos. Cada día este asunto se vuelve de un color más marrón y proyecta un olor más pestilente.

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