Luis del Val: "Hoy mismo, repasas la actualidad y parece una película de José Luis Cuerda"

"Hoy ha amanecido, que no es poco", dice el profesor, " pero ya no está con nosotros un genio del surruralismo"

Luis del Val

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Hemos asumido la falsa idea de que los genios nacen en Japón, o en un pueblo de Alemania o en algún lugar de Estados Unidos y, luego, pasan por esa universidad tan famosa de Boston. Pero hay ocasiones en las que el genio puede nacer en Albacete, y no olvidar sus orígenes manchegos en toda la vida, y llevar consigo los apellidos Cuerda Martínez, que no parecen los más apropiados para un genio. Porque José Luis Cuerda era un genio. Sin aspavientos, sin presunciones, dedicado a lo suyo, y sin conceder entrevistas.

Tengo dudas de si “Amanece que no es poco” la he visto seis o siete veces. Entera. De principio a fin. Y en todas, y en cada una de las ocasiones, me ha sorprendido un diálogo, un detalle, que se me había olvidado.

José Luis Cuerda llegó a la conclusión de que el mundo cabía en un pueblo manchego. Cervantes llegó a una conclusión semejante, porque la novela española más conocida, más admirada y más traducida a docenas de idiomas, transcurre, la mayor parte de ella, en un pueblo de La Mancha y sus alrededores.

Hace dos o tres navidades, el día De los Santos Inocentes -y tratándose de José Luis Cuerda no hay que creer en las casualidades- se estrenó “Tiempo Después”, donde estaban los desplazados, que vivían extramuros, y el pueblo manchego -porque podía ser el siglo XXII- vivía en el interior de un edifico funcional, donde, naturalmente, la autoridad competente, representada por la pareja de la Guardia Civil, hacía su ronda. Y, allí de nuevo, estaba representada la vida sobre la hipérbole del surrealismo. Claro que, como todos los genios, Cuerda rechazaba el encasillamiento y él decía que no se trataba de surrealismo sino de surruralismo, en referencia al ámbito rural.

De todas formas, la realidad siempre es más fantástica incluso que el surrealismo, y José Luis Cuerda llegó a Madrid desde Albacete, no como todos los desplazados en busca de mejores oportunidades, sino porque su padre ganó un piso en una partida de póker y el piso estaba en Madrid.

Hoy mismo, repasas la actualidad y parece una película de José Luis Cuerda. Unos agricultores que no pueden vivir de trabajar la tierra y un sindicalista que los tacha de terratenientes carcas; un parlamento de un país Democrático, España, le paga los viajes a unos ciudadanos que vienen de fuera para constatar si somos una Democracia; una ministra de la conseja de ministras que dice que reunirse con los que quieren volver a dar otro golpe de Estado es como si Suarez se entrevistara con Carrillo, cuando Carrillo nunca amenazó con romper España, sino todo lo contrario.

José Luis Cuerda quiso ser cura, luego, abogado, y degenerando, degenerando, llegó a ser genio. También le ayudó marcharse del Partido Comunista, y abordar “La lengua de las mariposas” con verdad y con ternura, lejos del afán panfletario, tan extendido, tan aburrido. Le gustó a Woody Allen, que quiso conocerle, pero en el universo de Cuerda no se habla inglés, aunque sean muy de Faulkner, y la entrevista entre los dos genios nunca se produjo. Hoy ha amanecido, que no es poco, pero ya no está con nosotros un genio como José Luis Cuerda.