Luis del Val: "Pepe Domingo Castaño fue siempre el representante sempiterno del entusiasmo"
El profesor recuerda a la "leyenda" que conseguía transformar en fiesta allí donde llegaba con aquel Gran Musical o reunía delante de la pantalla a más de 300 Millones
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Luis del Val pone el foco de La Imagen del Día de Herrera en COPE en la leyenda, Pepe Domingo Castaño, que nos dejaba ayer, aumentando, más si cabe, su grandeza como una de las figuras más importantes de la historia de la radio española.
"Como decía Miguel Hernández, “Temprano madrugó la madrugada”, y en la del pasado domingo, los pájaros negros levantaron el vuelo para adelantarse al sol y anunciar que había muerto el entusiasmo. Porque Pepe Domingo Castaño fue siempre el representante sempiterno del entusiasmo, ante un viaje, ante una retransmisión, ante un micrófono, o ante un amigo.
Cuando Rafael Revert lo llevó a presentar el Gran Musical, la Casa de Campo se convirtió, cada domingo, en una reunión alborozada y, cuando El Gran Musical comenzó a viajar, la ciudad en la que aterrizaba se transformaba en una ciudad en fiestas.
Le conocí en la Ser de Eugenio Fontán y Tomás Martín Blanco, cuando ya era una figura reconocida, y hasta había grabado un disco que fue número 1 en los Cuarenta Principales.
Fuimos más compañeros que amigos, pero compartimos amistades muy cercanas, como la de Paco Santos -el creador de la discoteca Long Play, la más famosa del decenio de los setenta- o la de José Ros, que aportó a la Costa del Sol unas urbanizaciones llenas de racionalidad y elegancia, cuando la Costa del Sol ya miraba a los ojos, y de frente, a la Costa Azul.
Me sorprendió su paso a los programas deportivos, donde el entusiasmo le llevó enseguida al reconocimiento, que ayer demostraron cientos de miles de personas rindiéndole homenaje en los estadios de España con ese minuto de silencio donde pasan tantas cosas por dentro.
Por Long Play nos juntábamos en tertulias y jurados, mientras España cambiaba casi sin darnos cuenta, y luego volví a compartir empresa, cuando con Paco González y Manolo Lama ya se habían convertido en los Tres Mosqueteros, mientras por las noches Juanma Castaño hacía de D’Artagnan.
Perdona, Pepe, pero no he ido al tanatorio: no podría soportar ver a Tere vestida de luto -que nunca fuisteis pareja de brazalete negro- y a ti te quiero recordar en el restaurante O’Pazo, de Madrid, feliz de tu vuelta de la América hermana, donde habías grabado para el programa de Televisión 300 millones, que fuiste un gallego raro que amabas América y su sol, y renegabas, si la lluvia te sorprendía en la calle. Y dile a Paco Santos, cuando lo veas, que cualquier día de estos, sin prisas, vamos a organizar una mariscada en el cielo".