Del Val, sobre el debate de investidura: "El aspirante a presidente tardó una hora y veinte en decir amnistía"

Hoy será investido presidente de Gobierno y confieso que me siento mucho más optimista que hace dos días.

A) Por vez primera me gustó el discurso de Feijóo.

B) Como señala con tino, Julián Quirós, director de ABC, el aspirante a presidente tardó una hora y veinte minutos en pronunciar la palabra amnistía. Por mucho que repita que él es el muro de la ultraderecha, sabe que ni los colegios de médicos -asustados por el troceo de los MIR-, ni el Cuerpo de Inspectores de Trabajo -que tantos políticos dio al PSOE de Felipe González-, ni los inspectores de Hacienda, ni Jueces para la Democracia, ni docenas de asociaciones, pueden ser todos de derechas.

C) La risa de mal actor, nerviosa y falsa, indica que la seguridad y el cinismo asombroso que exhibía antaño, empieza a mostrar debilidad.

Y D) Cuando, siguiendo las consignas de Goebbels, ya ha repetido lo de ser el caudillo contra la ultraderecha, viene Rufián, le tira de un manotazo las piezas de Lego, donde le estaba construyendo un castillo, y le dice que lo que quiere es un camión. O llega la otra chica, y le recuerda que no quiere chucherías, sino el supermercado entero.

Es decir, cuando cree que la mentira de la ultraderecha ha calado, vienen los señoritos y nos enseñan a todos, quién es el criado.

Y no les contesta, claro, porque a los criados respondones se les despacha. También me llenó de esperanzas, comprobar que la presidenta del Congreso ha rejuvenecido muchísimo, tanto, que se cree que está en la farmacia de su padre, dando órdenes a un mancebo que lleva barba, llamado Abascal.

Ya dio muestras de sectarismo cuando, nada más sentarse como presidenta, dijo que allí se hablaría el catalán, por orden suya, claro, porque ni siquiera se había debatido en el parlamento. Comprendo que, tras su fracaso en su tierra, Baleares, le tuvieran que dar algún cargo en compensación, pero darle la presidencia del Congreso, significa lo que le importa el Congreso, al que hoy será presidente. Y, que yo sepa, él vuelve a casa, vuelve a casa por Navidad, será imposible para el Cobarde Prófugo, y tendrá que comerse en Bélgica el turrón que le envíe del supermercado, la chica esta que quiere quedarse con toda la tienda.

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