Luis del Val, ante la suspensión de las Fallas: "Ho sent, els meus benvolguts amics valencians, ho sent”

Las Fallas no son solo "un antiguo rito pagano, son la crítica, la sátira, el humor, la rebeldía, es decir, el canto a la libertad"

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Del Val: "Ho sent, els meus benvolguts amics valencians, ho sent”

Luis del Val

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Para los nacidos en el centro y el norte de España, nos cuesta descubrir el Mediterráneo, quiero decir que las costumbres, la luz, el olor y el calor, nos sorprenden y nos apabullan hasta que comenzamos a comprenderlos. Y comprendo el inmenso dolor de Valencia ante el aplazamiento de las fallas, eufemismo que esconde una terrible anulación, porque justo antes de cumplir los veinte pasé un año de mi vida en Gandía, y, de vez en cuando, a bordo de un autobús de la paloma gandiense, me escapaba hasta la ciudad de Valencia, cuando la ciudad escondía el mar y había que tomar el tranvía de la malvarrosa para descubrirlo.

Ese rito antiguo que rinde pleitesía al sol, y despide al invierno, esa metáfora de la muerte y la vida, de la creación y de la destrucción, se lleva a cabo en otras orillas de la cuenca, como en Nápoles, pero es en Valencia donde ha alcanzado unas cotas de belleza tan altas que las fallas fueron declaradas por la Unesco, hace poco más de tres años, representativas del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad. No es sólo el rescoldo de un antiguo rito pagano, es también la crítica, la sátira, el humor, la rebeldía, es decir, el canto a la libertad, porque cuando el ninot imita y exagera a una autoridad se está ejerciendo la crítica del pueblo, y practica la revolución, porque el humor y el derecho a la burla son siempre revolucionarios.

 Y ese tropo de la lenta construcción, del esfuerzo para llegar hasta la plantá, y, luego, el aniquilamiento, en unos pocos minutos, si lo entendieran los egoístas que estos días intentan acaparar las mercancías de los supermercados, si todos captáramos ese mensaje de lo efímero, es probable que lleváramos una vida más sosegada, menos egoísta, más mediterránea.

Este año la lágrima se ha adelantado una semana. Me refiero a esa respetuosa lágrima, que se desliza por las mejillas de la fallera mayor, mientras contempla arder la falla, desde el balcón del ayuntamiento, y sabe que su reinado termina y va a comenzar la primavera que cantará el azahar, palabra que viene del árabe y significa precisamente flor, de la misma manera que falla quiere decir antorcha.

Este año la lágrima se ha adelantado, y no la vamos a ver por televisión, y ha tenido lugar en la intimidad de un cuarto donde las falleras, han convertido su dolor en la salada demostración del llanto.

No me quedan palabras que puedan reflejar mi tristeza solidaria. Sólo quisiera decir en valençiá “Ho sent, els meus benvolguts amics valencians, ho sent”. Lo siento. 

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