Luis del Val: “Carmen Sevilla tenía una belleza que nacía en una mirada que parecía sonreír más que la boca”

Sentido homenaje del profesor a Carmen Sevilla, fallecida este martes a los 92 años

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Luis del Val

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Luis del Val pone el foco de 'La Imagen del Día' de 'Herrera en COPE' en la figura de Carmen Sevilla, fallecida este martes a los 92 años:

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Una de las primeras señales que recibí de que la vida podía ser injusta fue cuando Arthur Miller se casó con Marilyn Monroe. O sea, que además de tener el talento de escribir “Muerte de un viajante”, se levantaba a la chica más idolatrada del mundo.

La segunda repetición de la señal fue cuando Augusto Algueró se casó con Carmen Sevilla, cuando esta era, sin ninguna duda, la novia de España. Otra vez, la bella y el intelectual, compositor de éxito, y, encima, nos dejaba a todos sin la novia ensoñada.

Tenía una de esas bellezas que no inquietan a las mujeres, una belleza que nacía en una mirada que parecía sonreír más que la boca, en una boca que se abría con inocente transparencia, y en una naricilla discreta, que parecía haberse vuelto más pequeña para no molestar.

Nunca intentó competir en la copla. Ni tenía la fuerza dramática de la Piquer, ni el poderío de Marifé de Triana, ni la apasionada turbulencia de Lola Flores, pero proyectaba una simpatía natural, que incitaba a la protección del espectador, inquieto, no por el calderón en lo alto, sino porque concluyera la frase de la canción.

“Carmen de España, valiente/ Carmen de España, manola,/ Carmen con bata de cola, pero cristiana y decente”. Esa letra la escribió Rafael de León, ese poeta grande de versos chicos, y con el que, en alguna ocasión, colaboró su padre, también letrista.

Los estadounidenses la llaman “the girl next door” la chica de al lado, y Carmen Sevilla fue durante mucho tiempo la vecina que vive en la puerta de la misma planta, alguien como nosotros, a pesar de que conociera a Frank Sinatra, la visitara en su camerino en La Habana, el propio Fidel Castro, o fuera María Magdalena, en la gran superproducción “Rey de Reyes”.

La chica de al lado, en la España de mediados del siglo pasado, debía ser cristiana y decente, y lo era al modo tradicional, aunque el cine y el teatro no fueran un ejemplar convento.

Un día, coincidí con ella en un plató, y, en la pausa de la grabación, se desprendió con rapidez de ese martirio que son los zapatos de tacón, y le trajeron unas zapatillas en las que embutió los pies con la satisfacción de disfrutar de un gran placer. Vivíamos ya en este siglo, pero conservaba la mirada risueña de quien fue para un par de generaciones la novia de España.

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