Luis del Val: "Hoy, lunes, un puñado de españoles volverán a manifestarse y a mirar con inquietud su futuro"

El profesor analiza el panorama social en España, poniendo el foco en las diferencias generadas por el pacto entre PSOE y Junts

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Luis del Val

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Hoy, lunes, un puñado de españoles seguirán manifestándose a solas, y a su pesar, en pequeños pueblos, barrios y ciudades de Cataluña y el País Vasco. Digo a solas, y a su pesar, porque el totalitarismo nacionalista les ha señalado hace tiempo, y ciudadanos, como el padre de Canet, que sufrió lo que un estúpido denominó jarabe democrático, contempla con inquietud el futuro, porque esos valientes fascistas del nacionalismo, esos valientes solo en manada, que le silbaban y le abucheaban por reclamar lo que reconocía la Ley -un 25% de clases en castellano para su hijo- están crecidos ante las disparatadas concesiones del presidente en funciones, que humilla, desprecia y desaira a más de 40 millones de españoles que tendrán -tendremos- menos derechos y más obligaciones.

Si no eres nacionalista vasco o no perteneces al selecto grupo capitaneado por un cobarde Prófugo, perteneces a los negros de Louisiana, en la España del siglo XXI: los que pagarán más impuestos, los que sufrirán el rigor de las leyes, sin perdones ni amnistías, los que contribuirán a que las jubilaciones del País Vasco sean las más altas de España, gracias a que la España que desprecian, les proporciona, cada año, 4.000 millones de euros para que las puedan pagar, porque con sus contribuciones propias, no les llega.

Hoy, lunes, un puñado de españoles -los que mostraron el coraje que le faltó al gobierno, los que se enfrentaron a una colectividad sectaria e irracional, que piensa que quien le lleve la contraria es inferior- volverán a manifestarse y a mirar con inquietud su futuro, cuando estos cobardes tengan todo el poder, porque no hay más crueldad y menos piedad que la que alberga un cobarde, cuando tiene el poder.

Hace más de medio siglo, cuando el presidente de EE.UU, Kennedy, visitó el Berlín dividido en dos por la tiranía comunista, dijo con emotiva solidaridad: “Yo, también soy berlinés”. Yo no soy Kennedy, por supuesto, pero también soy el padre de Canet, también soy el guardia civil, que se ha jugado la vida defendiendo la de los vascos, y aguarda a que los nacionalistas le despachen, sin siquiera agradecerle los servicios prestados. Y quiero rendir mi admiración a los padres que, cada día, sin luces y sin focos, soportan la presión y el acoso de quienes van fabricando una sociedad totalitaria con la ayuda entusiasta de Pedro I, el Mentiroso.

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