Luis del Val: "La irresponsable Carmen Calvo con su ineptitud me obliga a sacar la cacerola y darle golpes"
Se queja el profesor del "arresto domiciliario más largo de la historia" al que están sometidos los habitantes de Madrid
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Se rebela Luis del Val, en su imagn del día en "Herrera en COPE" contra el confinamiento en Madrid:
"Vivo en Madrid, en el arresto domiciliario más largo que se haya decretado por razones sanitarias. Me alarma, además, que quienes me tienen encerrado quieran prolongar el encierro hasta el mes de julio, con cuya decisión Madrid entrará en el libro de los récord. Y debería estar agradecido de que las autoridades sanitarias sean tan escrupulosas por mi salud de no ser por las siguientes circunstancias.
Me parece discriminador que el intenso celo que recibimos los madrileños se vuelva desidia, por ejemplo, con los vascos, que ya pueden viajar de Vitoria a Bilbao, mientras yo no puedo alejarme más de un kilómetro de mi domicilio, o que el interés de las autoridades sanitarias sobre los andaluces, a los que no permite viajar desde Sevilla a Cádiz, sea superior al que tiene por los vascos. Eso de que las autoridades sanitarias nos mimen tanto a los madrileños y parezca que les importe igual que los vascos se contagien, por mucho que me favorezca, me parece injusto.
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Asimismo, me resulta molesto que no conozca quiénes componen el jurado de los que deciden el confinamiento de los madrileños, el más prolongado del planeta, porque nos impide agradecer su celo y sus esfuerzos, y, por supuesto, que los argumentos exhibidos y los razonamientos científicos también sean secretos, me parece de una discreción exagerada, además de peligrosa, porque hay algunos ciudadanos abogados, mucho menos candorosos que yo, a los que esto les puede parecer o un abuso de autoridad o una clara prevaricación.
"Me preocupa la despótica organización de horarios de salidas"
Pero lo que más me molesta no es sentirme objeto del especial cuidado de las autoridades con los madrileños, por el desprecio que lleva implícito a los ciudadanos que viven en el resto de España; lo que me obliga a sentirme inquieto es la despótica organización de horarios sobre las horas de salida, que crea situaciones esperpénticas, como la de un agente de la autoridad deteniendo a un peligroso abuelo porque han pasado veinte minutos del mediodía y no se ha recluido todavía en su casa. Como vivo en un pueblo cercano a Madrid, contemplar a los agentes de la Guardia Civil -esos agentes que han recibido una formación para enfrentarse a peligrosos criminales, como son los terroristas- aplicados en la tarea de amonestar a un padre de familia, porque lleva de paseo a tres niños en lugar de a dos, me resulta humillante para ellos, y me hace pensar que qué lástima de fuerzas del orden si tuvieran un ministro de Interior con algo de sentido común.
Y ya, lo que me pone nervioso, es que el Gobierno, que se forma gracias al voto de los españoles, y de ahí viene su legitimidad, considere que los españoles somos personas maduras y responsables cuando votamos, pero sospechen que, después de abandonar las urnas, nos volvemos tan irresponsables como esas adolescentas, que decían que el machismo mataba más que el coronavirus, y nos tengan que reglamentar incluso a qué hora podemos hacer deporte. Y ya, que una de esas irresponsables, Carmen Calvo, convertida en la seño de la clase, nos amoneste de manera colectiva, sin ninguna autoridad moral, con el desprestigio de su ineptitud a cuestas, como si fuéramos presuntos culpables, me incita a hacer una cosa que no he hecho nunca: sacar la cacerola y darle golpes, aunque la cacerola no tenga culpa de nada".