Luis del Val: “Recomponer liderazgos con decapitaciones no creo que guste mucho al votante del PP”

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Del Val: “Recomponer liderazgos con decapitaciones no creo que guste mucho al votante del PP”

Luis del Val

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Los partidos de ámbito estatal, cuando se encuentran en regiones nacionalistas, o bien les entra una subida del color, o bien destiñen tanto que no se sabe bien cuál es su madre y su padre. Ahí tiene usted a Iceta, que es tan intercambiable con Oriol Junqueras, que cuesta distinguirlos por lo que hablan y lo que dicen.  O ahí tiene usted a Alonso, el decapitado, que quería imitar tanto al PNV, que había días en que parecía del PNV. Eso sí, lo han decapitado al estilo más brutal, oficiando de verdugo, Teodoro García Egea, una cabeza bien amueblada, un ingeniero investigador, pero que cuando pone en marcha su faceta de campeón mundial de lanzamiento de hueso de aceituna con la boca, no hay que quien le iguale.

Esto no es de ahora, porque en las primeras elecciones democráticas en el País Vasco las elecciones las ganó el Partido Socialista Obrero Español. Sí, español, con  la E de español. Y se quedaron tan asustados que le dieron la presidencia al PNV. Y, desde aquella generosidad, el PNV no ha abandonado el gobierno autonómico.

El PP tenía en Cataluña a un líder reconocible, que era Alex Vidal Quadras, pero la dirección del PP tenía que negociar con los nacionalistas catalanes, y lo decapitaron como han hecho ahora con Alonso, y desde entonces, el PP en Cataluña ha ido menguando tanto que parece que va camino de convertirse en un partido extra parlamentario.

En el País Vasco, el PNV no tuvo que presionar al PP, porque ETA asesinó a Gregorio Ordoñez, que les ponía muy nerviosos, y, desde entonces el PP va también sacando “en estas elecciones menos que en las anteriores y más que en las próximas”. ¡Ojo! Yo no he dicho que el PNV tuviera nada que ver con el asesinato de ETA, digo, simplemente, que el asesinato les favoreció políticamente.

Ignoro lo que ha sucedió interiormente en el PP, y tampoco me interesa, como no me interesan los chismes de alcoba, que tanto éxito tienen en los programas de televisión, pero reconocerán los señores del PP que la operación es manifiestamente mejorable, y que en un campeonato de cortesía y buenas maneras se hubieran  distinguido por alcanzar los últimos lugares.

Y comprendo que es difícil. Imagínense que, en Murcia, hubiera un partido murciano, que proclamase que los murcianos son más listos que el resto de los españoles, que pagan más, que reciben menos, que los maltratan en Madrid, y que Madrid les roba. No les vas a llevar la contraria, diciendo que un murciano es tan parecido a un almeriense como una naranja de Sevilla a otra de Valencia. Si lo haces, pierdes votos, y si no lo haces temes que también. Así se explica que el PSOE, con E de español, haya dejado que en Cataluña los socialistas parezcan el servicio doméstico de Ezquerra Republicana, y el PP, en el País Vasco, intente recuperar el prestigio que tuvo Gregorio Ordoñez. Pero a Gregorio Ordoñez lo mataron, y recomponer liderazgos con el procedimiento de las decapitaciones no creo que le guste mucho al votante del PP.

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