Luis del Val: "Señora Paluzie, es más sencillo zarandear a una niña que someter a una empresa"

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Luis del Val: "El efecto totalitario que promueve la señora Palucie puede volverse en su contra"

Luis del Val

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Se puede ser totalitario y se puede ser torpe. Estos dos defectos por separado causan grandes daños a la sociedad, pero cuando se unen, es decir, cuando una misma persona es totalitaria y torpe, todo junto y a la vez, la capacidad de destrucción puede ser masiva. Elisenda Paluzie  Hernández, de los Hernández de toda la vida originarios de Navarra, Murcia, Castilla y Andalucía,  preside la Asamblea Nacional Catalana. Y aunque ella es economista, debe pensar que es igual de sencillo acogotar a un niño que ejercer el chantaje sobre una empresa. Y ha debido llegar a esa conclusión por ese matrimonio del totalitarismo y la torpeza. 

Pues no, no es lo mismo. A una niña que pinta en la escuela una bandera española se la puede zarandear, y abroncar, y la niña de diez años tendrá miedo y se echará a llorar, como ha sucedido en Tarrasa, sobre todo cuando la agresión viene de una profesora, que representa la autoridad jerárquica. Esa agresión repugnante siempre tendrá éxito totalitario. Pero ejercer presión sobre las empresas, y obligarlas a que se declaren secesionistas, es mucho más difícil.

Las empresas no son  valientes, y también tienen miedo, como los niños. Pero sus temores no provienen de las amenazas que pueda exhibir la señora Paluzie Hernandez -de los Hernandez de toda la vida, originarios de Navarra, Castilla, Andalucía y Murcia- sino de la pérdida de beneficios. Por eso, por ejemplo, la más importante empresa catalana, Caixa Bank, tiene su domicilio fiscal fuera de Cataluña. Y todas las grandes empresas, que saben que el vacío de depósitos y la baja de clientes en el resto de España significaría un peligroso descenso en los beneficios.

Entre elegir sobre algo más de siete millones de consumidores, que son los  que están domiciliados en el antiguo condado, y algo más de cuarenta millones, que son los viven en el resto del Reino España, no hay color a la hora de calificar el potencial de ventas. Y eso lo debería saber una economista tan eminente como la señora Paluzie Hernández - de los Hernandez de toda la vida, originarios de Navarra, Castilla, Andalucía y Murcia-. Pero todavía hay una consecuencia rebote, y es que,  en cuanto esté listo ese registro de empresas catalanas que apoyan el secesionismo, comenzará a circular por  Internet y por WhatsApp, y se enterará todo el mundo.

Y, como la discriminación provoca discriminación, de la misma manera que el odio incita al odio, es probable que, ante esta evidencia, los consumidores del resto de España decidan no consumir productos de las empresas catalanas que apoyan a los partidarios del golpe. Con lo que el efecto totalitario que creía promover la señora Palucie Hernandez - de los Hernandez de toda la vida, originarios de Navarra, Castilla, Andalucía y Murcia-, puede perfectamente volverse en su contra. Y es que cualquier totalitario, que no sea tan torpe, sabe que es mucho más sencillo cercar, acosar y zarandear a una niña de diez años, que someter a una empresa pretendiendo que pierda clientes y rebaje beneficios. 

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