Luis del Val, sobre el Mar Menor: "En lugar de la oratoria ecologista, que sale gratis, pónganse a trabajar"

Ya puedes escuchar la 'Imagen' de Luis del Val de este miércoles 25 de agosto de 2021

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Luis del Val, sobre el Mar Menor: "En lugar de la oratoria ecologista, que sale gratis, pónganse a trabajar"

Luis del Val

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Guardo un recuerdo del Mar Menor, cuando hacía muy poco que había abandonado la adolescencia, de esos que se quedan grabados con intensidad. Llegó una especie de tartana hasta cerca de la arena, bajó un hombre de mediana edad vestido con el blusón gris, sacó una silla y, sin prisas, se descalzó, se dirigió hasta la orilla, hundió las patas de la silla en el agua, se sentó sobre ella vestido, y allí se quedó contemplando el paisaje, y sintiendo en los pies la caricia del mar.

Ese lago salado único en Europa se está convirtiendo en la mayor tumba de peces del continente

Me dijeron que la estampa era frecuente y que se le adjudicaban a las aguas del Mar Menor propiedades curativas. Los paisajes, los monumentos e incluso las personas, adquieren ante nuestros ojos mas valor cuando están a punto de sucumbir. Y, por eso, nos acordamos de que ese lago salado que estaba a nuestro lado es único en Europa, y se está convirtiendo en la mayor tumba de peces del continente.

No pierdan el tiempo echándose la culpa los unos a los otros

Cuatro toneladas y media de peces muertos. Como tuve la suerte de no estudiar el bachillerato que ha preparado la señora Celáa -el aprobado al alcance de cualquiera- y, aunque soy de letras, todavía recuerdo que una tonelada son mil kilogramos. Teniendo en cuenta que los peces no son de hierro, ni de granito, ni de plomo, y que su cuerpecillo es ligero, cuatro mil quinientos kilos de pescaditos envenenados debe ser una masa aterradora.

A esto se ha llegado por la avaricia y la irresponsabilidad. El abuso de cultivos, la exageración de instalar campos de golf, donde apenas hay agua dulce; la extralimitación de la existencia del campo de golf para construir, donde antes estaba prohibido, en fin, lustros y lustros de excesos y arbitrariedad.

Pero, por favor, por favor, no pierdan el tiempo echándose la culpa los unos a los otros, porque los otros y los unos han sido culpables o cómplices. Intenten paliar el desastre. En lugar de la oratoria ecologista, que sale gratis, pónganse a trabajar. Esto no consiste en ir contra los toros, o a favor de las gallinas, se trata de salvar un tesoro que ha sido fuente de riqueza y que puede trastocarse en abandono y miseria. Porque esa fuente de cultivos y emporio turístico puede convertirse en un cementerio, y no precisamente de peces.