Luis del Val: “Ni todos los niños tienen bicicleta, ni todas las escuelas están a un kilómetro de donde viven”
No todos los niños tienen bicicleta, ni todas las escuelas están a un kilómetro de donde vive el niño, tampoco todos los niños tienen tableta u ordenador
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Reconozco que, en la vuelta al cole, es mucho más fácil criticar que aportar soluciones. Se trata de un asunto muy complejo que, además, depende de un factor imprevisible, y es que no sabemos si, pasado el verano, el covid-19 se ha ido de vacaciones o ha recuperado fuerzas y vuelve más virulento. A todo ello constatemos que son los niños y los adolescentes los más indisciplinados a ponerse la mascarilla. Si a la excitación hormonal propia de la edad, añadimos esa creencia que uno alberga cuando eres jovencísimo, de ser inmortal, intentar que a la entrada y a la salida de las clases haya cierta obediencia resulta bastante ingenuo.
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También son ingenuas algunas de las medidas propuestas como lo de ir en bicicleta a la escuela, y que eso se soluciona poniendo aparcamientos de bicicletas. No, ministra, me cuenta mi hijo, que un amigo le narró que, viendo por la televisión esta recomendación, la hija le dijo a su padre: “Entonces ¿me vas a comprar una bicicleta para ir al cole?”. Y es que, señora ministra, no todos los niños españoles tienen bicicleta, se lo juro de mi madre, que dicen en Modorro de los Infantes. Asimismo, en la escuela rural, en esa España vaciada, sabe usted muy bien que ha habido, desde hace años, un programa de concentración escolar, porque no se puede mantener una escuela unitaria para seis niños aquí, y otra para ocho, en el pueblo de al lado. Por eso, un autobús recoge a los niños de media docena de pueblos y los lleva al más grande de esa comarca. Y si fueran en bicicleta los pobrecicos llegarían a la hora de volver. Y está muy bien lo de dar clases al aire libre, pero tengo recuerdos de una nevada en Burgos a finales de octubre, y no creo que el problema escolar se soluciones deslomando niños de tanto pedal o sometiéndoles a graves pulmonías.
Asimismo, de la misma manera que no todos los niños tienen bicicleta, ni todas las escuelas están a un kilómetro de donde vive el niño, tampoco todos los niños tienen tableta u ordenador, como se ha podido demostrar durante estas semanas, es decir, que podrán decir eso de” el día que lo explicaron yo estaba en casa”.
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Repito, y lo digo con sinceridad, que es mucho más fácil criticar que aportar soluciones, pero el costo de disminuir a la mitad los alumnos y doblar el número de profesores es algo que no creo que podamos llevar a cabo, aunque la señora Calviño esté al frente de los varandas económicos de Bruselas. En términos de euros contantes y sonantes eso podría significar tener que multiplicar por cuatro el presupuesto de Educación. Y eso ya sabemos que lo arregla el vicepresidente suprimiendo el Ejército y la Guardia Civil, como ya ha anunciado que el problema de las residencias se arregla nacionalizándolas todas.
Por cierto, estando al mando de las residencias de mayores no ha visitado ninguna. Si fuera botánico, una plaga que afectara al pino piñonero la arreglaría dando órdenes por teléfono y nacionalizando los pinos. Pero hablemos de personas que parecen más serias, como la señora Celáa: quizás sea un momento para plantearse acabar con la rareza de ser el único país de la Unión Europea que tiene un sistema educativo sin consensuar por los principales partidos políticos.