El emotivo homenaje de Eliseu, campanero de la catedral de Valencia y vecino de Paiporta, a los fallecidos por la DANA: "Con sus manos"

María José Navarro, en su 'Historia del Día', relata el caso de Eliseu y cómo vivió cuatro días antes otra riada en Italia

Redacción Herrera en COPE

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A la misma hora a la que se desbordaba el Barranco del Poyo, justo un mes después, sonaban el viernes las campanas en Paiporta.

A las 18.28, el agua comenzaba a arrasar el municipio. Ahí vive Eliseu Martínez, campanero de la Catedral de Valencia y vecino de Paiporta.

Esa tarde, Eliseu salió a comprar huevos y trufas, para hacerse una tortilla, y se quedó con la bolsa en la mano mientras veía cómo se desbordaba el barranco. 

Pensó en saltarse el precinto, porque en la planta baja de su casa tiene todo su trabajo en discos duros, pero finalmente se marchó a la de su familia. Su padre salió a salvar su coche y se quedó agarrado a una valla con 50 personas más. 

Eliseu venía de pasar otra Dana en Italia, en Calabria, de donde es su novia. Había vuelto de allí cuatro días antes de lo de Valencia.

Eliseu Martínez tocó las campanas el viernes manualmente. El sistema eléctrico quedó dañado por la riada. Y también, para acordarse así, con sus manos, de todos los fallecidos.

      
             
      

Recuperar el paisaje sonoro. Por lo menos, el sonoro.

Salvador, dueño de una peluquería en Benetúser, pierde su negocio tras la DANA y así se vuelcan sus clientes: "Hasta la lágrima"

Echando cuentas de los lugares, de los negocios, de las tiendas, de los establecimientos por los que nos hemos pasado durante el último mes, nos habíamos olvidado de ir a la peluquería. Con la falta que me hace a mí, personalmente, una peluquería.

Peluquería Salvador, en Benetúser, tras la DANA

Salvador Ángel Villalba es de Beniparrell, vive en Alcúdia, pero tiene su negocio “Salvador estilista unisex” en Benetúser, lo que quiere decir que ahora mismo está sin trabajo. Sus clientes le dicen que le van a esperar, que no van a dejarle, que tarde lo que tarde, volverán.

      
             
      

Salva abrió hace seis años su peluquería. Y lo hizo con muchos miedos. Hasta entonces había trabajado para otros, pero esto de enfrentarte al abismo en soledad le daba vértigo. Poco a poco se fue haciendo con su clientela, esa que no le está dejando solo, esa que es capaz de emocionarle hasta la lágrima.

Y pasará. Esto pasará, como pasó la pandemia. Pasará porque tiene en casa una nena que se llama Claudia, tiene a Raquel, tiene a otra Raquel en la peluquería y a Merche, que le ayudan, que le permiten descansar un rato a lo largo del día. Así que Salva abrirá de nuevo, cuando se pueda, porque hay que seguir y porque no queda otra.

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