Un pianista sufre una sordera súbita, recibe un tratamiento, y lo que le ocurre después le trastoca por completo: "Lloró"

María José Navarro, en su 'Historia del Día', nos presenta a Gabriel y el modo en el que se supera día tras día

Redacción Herrera en COPE

Publicado el - Actualizado

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Imagine que se levanta una mañana y se ha quedado Vd sordo. Que, de pronto, se acuesta bien, y cuando se despierta, Vd no oye nada. Eso le pasó hace 13 años a Gabriel Esnal, una persona que tenía un oído privilegiado.

Fue una sordera súbita en un hombre capaz de percibir de una manera extraordinaria qué tecla del piano de su casa no estaba bien. Casi imposible que un oído humano pudiera captar una mínima desafinación con la facilidad con la que lo hacía Gabriel.

Gabriel, pianista

Porque Gabriel tenía un piano y tocaba el piano. Pero esa mañana se quedó sordo. Fue al hospital, buscó tratamientos, recuperó algo, lo mínimo para manejarse en el día a día, pero no para tocar. Y eso para un músico, imaginen la situación. Hasta que le hablaron del implante coclear.

"¿QUIÉN DIJO QUE NO FUERA POSIBLE"

Y así, poquito a poco, Gabriel Esnal pudo volver a escuchar. Lo primero, el canto de unos pajarillos en el parque que tiene cerca de su casa. Y lloró, claro.

Concierto Piano

Anoche, en Can Tàpera, la Fundación Aspas organizaba un recital en Palma de Mallorca. Se titulaba “¿Quién dijo que no fuera posible?”. Al piano, Gabriel Esnal, de nuevo.

Una hora de piezas clásicas y populares y una emoción que es imposible de medir.

      
             
      

O a lo mejor, sí que es posible…

Cómo detectar que estás ante un volumen que puede dejarte sordo: dos trucos para evitarlo

Esteban Pérez Almeida, director médico de COPE, describía en La Linterna una situación muy significativa al respecto: “Pasados los años empiezas a tener un problema que lo notas cuando estás en un ambiente ruidoso, como en restaurantes bulliciosos, en donde notas como determinadas personas que están en medio de una conversación ponen sonrisa dentífrica y cara como de que atienden, eso sí, atienden, pero no se enteran, porque oyen ruidos aunque no escuchan la conversación”.

Esto tiene nombre y se llama Presbiacuasia o perdida de la audición asociada a los años: “Sería como la prima hermana de la Presbicia, que es la pérdida de visión, que puedes ver en ese mismo restaurante, en las personas que se tienen que alejar mucho la carta para poder leerla o que optan por sacar sus gafas de cerca”.

      
             
      

Esteban Pérez Almeida destacaba que, entre todos los factores que pueden incrementar la pérdida auditiva, hay uno que prevalece: “El de los traumas acústicos”. 

Nuestro sistema auditivo, genéricamente no está preparado para soportar todo aquello que esté por encima de 80 decibelios durante más de 40 horas a la semana. Al superar esta cifra, se empezaría a producir un daño acústico que, de prolongarse en las sucesivas semanas, meses y años, terminarían provocando la perdida de audición o la sordera, ya que daña de forma irremediable las células sensoriales del oído interno. Puedes volver a escucharlo aquí.

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