Dos años del estado de alarma: miedo, atención psicológica, angustia, silencio… así lo vivieron los ‘fósforos’

La pandemia por el coronavirus obligó a muchos países a tomar medidas extremas como las de encerrarnos en casa

Pilar Abad

Publicado el - Actualizado

2 min lectura

Hace dos años ni siquiera imaginábamos lo que íbamos a vivir durante este tiempo, ni que, a día de hoy seguimos viviendo.

Dos años desde aquel 14 de marzo de 2020 en el que España quedó encerrada en sus casas, las calles vacías, colegios y centros de salud vacíos, hospitales y morgues llenos. Desde ese día nuestras vidas cambiaron, dicen algunos que para siempre porque todo lo que vivimos, sentimos, queda grabado a fuego en nuestra mente, alma y corazón.

Por eso, cuando este lunes se cumplen dos años del estado de alarma, dos años de un confinamiento que pensamos que sería para unos días, recordamos con los 'fósforos’ de ‘Herrera en COPE’ cómo vivieron aquellos meses.

Una emocionada Pilar nos dice que todavía “no puedo parar de llorar cuando lo recuerdo”. Pilar es sanitaria, médico de familia y recuerda que ya “el día 12 estaba confinada en mi casa porque tuvimos que atender a un señor en su casa que había dado positivo”. Nos cuenta que “tardaron en hacerme la PCR 8 días” y que a partir de entonces “tuve mucha angustia, no podía parar de llorar, tenía miedo a lo desconocido y todavía tengo pena”. Por todo aquello que pasó Pilar necesitó ayuda psicológica y tuvieron que darle una baja “que también me afectó mucho”, confiesa porque “veía a mis compañeros que estaban dando la cara. Y, tampoco la vuelta al trabajo fue fácil porque “cuando volvía no había nadie en la calle, los centros de salud estaban vacíos. Recordar esto me crea mucha hipersensibilidad”, concluye Pilar.

Ana tenía 70 años en el momento en el que nos encerraron en nuestras casas y confiesa que “no he tenido miedo”. Nos cuenta que ella bajaba a la calle cada dos días para hacer la compra “con todas mis precauciones” y que vivía junto a su marido “y conversaba con mis hijos por Whastapp y videoconferencias”. A Ana se le ha quedado un día grabado en la mente, un día feliz entre tanta oscuridad como ella misma nos relata “hacía un día fabuloso en Valencia, era abril o mayo, y ese silencio que imponía durante todo el día, de momento, sobre las 12 h oigo gritos de niños, de alegría. Me asomo a la ventana y veo que en dos azoteas, separadas por 100 metros, están jugando niños con sus madres el ‘Veo, veo’. Me dio una sensación de plenitud, de decir, bueno, estamos aquí todos aunque este silencio te acongoje”.