El gesto clave que pasa por alto la dueña de una empresa y que afecta a sus más de 50 empleados: "No sabéis la que se montó"
La 'Fósfora' ha explicado el motivo por el que se cabrearon todos sus trabajadores con ella
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El tema del día que proponemos a nuestros 'Fósforos' es el de los despistes. ¿Qué se le ha olvidado y cómo ha pasado factura por ello?
Antonio es el primer oyente que responde a este asunto. Antes que nada, dice que está bastante empanaíto. "Tenía mi taller de carpintería con mi padre. Soy de Sevilla. Aquí hay un convento de las hermanitas de la Cruz. Hicimos un altar para una imagen. Fui a montarlo. Llego allí al convento. Ya había soltado mis maletines. Cuando voy a agacharme a coger mis herramientas, se cruzó otra monja", comienza explicando.
Añade que se fue detrás de la que se había cruzado. La confundió con la monja anterior. "La seguí y la monja miraba de reojo y aceleraba el paso. Hasta que llegó a su habitación y dijo: 'Ay, Dios mío'. Yo le dije después a la madre superiora que me fui detrás de quien no era".
Germán, inmediatamente después, relata que vive en Valencia y la plaza de garaje la tiene alejada de su casa. Un día que se iban de viaje, "normalmente voy con el coche pequeño al garaje, cojo el grande y ese día como teníamos prisa, pues salí corriendo. Al cabo de unos días, llamó la Policía a mi mujer. El coche pequeño estaba a su nombre. Le dijeron que su coche seguía con las puertas abiertas desde el domingo pasado. Se me fue". Su mujer se enfadó, aunque "está acostumbrada porque de esas me han pasado varias".
El marido de Inma también tuvo un despiste importante. Esta 'Fósfora' cuenta que "tiene un coche antiguo y, con el pestillo del conductor, se cierra todo el coche. Está acostumbrado a cerrar el coche así. Un día, se bajó del coche, cerró las llaves puestas. Y se le cerró el coche entero. Se dio cuenta en el trabajo y al rato. Tuvo que coger un cordel, meterlo por la ventanilla del conductor, y pudo abrir por fin la puerta".
"era un desastre con las gafas; las rompía cada dos por tres", RELATA UN FÓSFORO
¿Y qué despiste tuvo Sofía? Ella es un despiste con piernas. Lleva las nóminas de su empresa y, hace tres años, "cojo las vacaciones en verano cuando hago nóminas. Y me marcho. Hice mis nóminas. Llevo 60 empleados. Todo perfecto. Lo mando al banco para que lleguen a tal día. Me voy fuera. Ese año no tenía cobertura y ni me llevé el móvil. Cuando cojo el móvil, todos los empleados estaban cabreados. No me encontraban por ningún lado. No le di al botón para mandarlo al banco. No sabéis la que se montó".
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Por tanto, ese cabreo que tuvieron sus trabajadores por ella fue por ese gesto que pasó por alto y que era tan importante: darle al botón de enviar y que llegase al banco la orden.
Por último, Manuel asegura que tuvo un lapsus bastante importante. Explica, en concreto, que "cuando era adolescente siempre llevaba gafas de plástico. Era un desastre. Me las cargaba y les ponía celo. De todo. Lo que pasa es que no podía llegar a mi casa con las gafas rotas. Un día, de repente, cogí las gafas y una de las patas no estaban. Todo el pueblo buscando la pata de las gafas. A los 40-50 minutos un amigo me dijo que tenía la pata colgada en la oreja"