Un hombre de Albacete lleva un bocadillo para comerlo mientras ve un partido de fútbol y, al darle un mordisco, encuentra lo impensable: "Notaba..."
Es el testimonio de un 'Fósforo' que no ha pasado inadvertido
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Si es asiduo a escucharnos, lo cual agradecemos mucho, conocerá la sección 'la hora de los Fósforos'. Y, si no, se lo anticipo. A nuestros queridos oyentes les proponemos un tema del día en el 900.50.60.06. En este caso, queremos charlar sobre cosas que hemos perdido por ir con prisas.
Joaquín, antes que nada, que es de un pueblo de Albacete. Lleva muchos años viviendo en la capital de la región y, los fines de semana, va a sus orígenes. A su pueblecito.
"Me traía del pueblo cosas de comer. Un día, iba muy justo de tiempo y llegamos corriendo a casa. Subí todas las cosas al piso. Me preparé el bocadillo correspondiente. Creo que era de salchichón. Me fui corriendo a ver un partido de fútbol y, cuando llegó el descanso, tocó dar cuenta del bocadillo. Notaba que iba muy blando. Lo abrí y lo que me encontré dentro fue medio conejo crudo que nos habíamos traído del pueblo", relata provocando las risas de los colaboradores de 'Herrera en COPE'.
Remata la anécdota explicando que "el bocadillo se había quedado en el banco de la cocina de casa y yo había cogido el conejo, que estaba envuelto en papel de aluminio". Así, al dar ese bocado se encontró.... ese conejo. Que dista mucho del bocata de salchichón que se había quedado en su hogar.
Un hombre de Albacete lleva un bocadillo para comerlo mientras ve un partido de fútbol y, al darle un mordisco, encuentra lo impensable: "Notaba..."
Inmediatamente después, charlamos con Francisco. Este 'Fósforo' cuenta que su mujer y él pasan temporadas en el campo. Salía muy temprano por la mañana a trabajar y, para no molestarla, "entraba en el vestidor a oscuras. Cogía mi ropa. Un día, estaba agobiado porque me notaba el slip apretado excesivamente. Y cuando me voy a cambiar, me había puesto una faja braga de mi mujer. Ya entiendo yo cómo funcionan esas fajas, es horroroso".
"me pasó, como mínimo, tres veces. al recogerlo, estaba en la esquina solito"
¿Y qué le pasó a María José por ir con prisas? Su historia no tiene desperdicio. Relata que le ha pasado de todo porque va "como pollo sin cabeza" por la vida. Una amiga suya, un día, le pidió recoger a su hijo del colegio. Tendría unos seis años. "Cogí la rotonda, me fui a mi casa. Y cuando estoy haciendo la comida, me llamó la abuela. Se me había olvidado. Horrible. Me pasó como mínimo tres veces. Al recogerlo, estaba en la esquina solito. Era muy bueno. Muy noble", cuenta.
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Yolanda, por otra parte, asegura que se dirige a la consulta del médico mientras nos escucha. Pero, más allá de eso, cuenta que estaba en tratamiento de quimio y "evidentemente me quedé sin pelo. Siempre voy corriendo a todos lados. Salí de casa a comprar el pan y sin gorro. Me encontré a un vecino de los de toda la vida y me dijo que creía que me había dejado algo. 'Tócate la cabeza, anda'. Y yo: 'Ostras, el gorro'. Estoy ahora con radio preventiva y estoy estupendamente bien. Es un trance que se tiene que pasar. Estoy muy bien".
Arturo también ha respondido al tema del día en el 900.50.60.06. Le pasó a una amiga suya. Hace varios años, a la chica iba con prisas para llevar a la niña al colegio. Tenía cita con el ginecólogo. Cogió la primera toalla que pilló para secarse. Fue corriendo al dejar a la niña. El ginecólogo le dijo que la veía estresada. El doctor miraba excesivamente a la chica. Resulta que tenía brillantina. Había usado la toalla que tenía su hija. Y tenía brillantina.
Por último, Merce relata su caso. Ella se suele comprar unos zapatos que le gustan de distinto color. Una mañana, al vestirse a oscuras, no se dio cuenta y se puso un zapato de cada color. Uno marrón y uno negro.