Gay de Liébana: "El peligro de arremeter con las empresas con más impuestos, cargas sociales…"
El análisis económico en 'Herrera en COPE'
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Si cada verano tiene su canción, hay una canción infantil que antaño contagiaba de sana alegría a pequeños y mayores. Transmitía un mensaje de puro optimismo. Esa canción viene a ser como un himno a la economía rumbosa.
Empezaba así: tengo una vaca lechera, no es una vaca cualquiera, me da leche condensada, para toda la semana… y sigue la canción alabando las virtudes de la vaca que en sí misma constituye una auténtica factoría de productos lácteos
Ordeñar en exceso a la vaca, pues sí, te da más leche a corto plazo hasta que el pobre animal acabe exhausto y su producción caiga. Y si la vaca puede, buscará otros pastos para evitar que la expriman de una manera tan brutal
Pero tenemos que hablar de economía, no de vacas lecheras…
¿Qué diferencia real existe entre una vaca lechera y una empresa? La vaca da leche, la empresa produce y da trabajo, paga impuestos al Estado, a las autonomías, a los ayuntamientos, emplea a gente, cotiza a la seguridad social, compra a proveedores y en torno a sí misma genera un microcosmos económico
Si quienes ordeñan a las empresas, que son los políticos a través de las administraciones públicas que rigen y el Congreso que es donde se tendría que parlamentar, que es más que hablar, arremeten contra ellas a base de más impuestos, más cargas sociales, más obligaciones y poniendo barreras al monte, hay algo claro: las vacas lecheras se morirán, ya no darán leche, los establos quedarán derruidos y ¡algún lince político tendrá la genial ocurrencia de parir un impuesto sobre las sucesiones de las vacas lecheras!
Cuando un país mata a sus vacas lecheras, el país muere con ellas.