La mirada económica de Gay de Liébana: “¡Hagamos un sinpa solidario!”

Queremos deuda perpetua, de esa que no se paga nunca, y además que todo el dinero que desde el Norte nos envíen sea a fondo perdido

Gay de Liébana

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El profesor José María Gay de Liébana analiza en ‘Herrera en COPE’ las claves económicas del día.

Pues nada, Don Carlos, ¡qué Europa pague la fiesta y aquí paz y después gloria! Corre demasiado bulo por ahí sobre si nos tendrán que rescatar y demás cuentos por el estilo. ¡Nada, Don Carlos! Europa, la generosa y desprendida Europa, con los países del Norte tan modosos ellos, ahorradores recalcitrantes, respetuosos con sus cuentas, disciplinados con sus presupuestos, comportándose financieramente con prudencia y que cuando los vientos económicos soplan a favor van guardando y rebajando su endeudamiento; los países del Norte de Europa, decía, están encantados de pagar los desmanes del Sur y la algarabía gastadora de la España gubernamental que, por más shock económico del virus, vive ajena a las vicisitudes financieras.

Se suben las pensiones, se crea una renta básica universal, “se movilizan recursos” – que uno presiente saldrán de la cariacontecida y noqueada economía productiva -, se acrecienta el gasto público, se dispara aún más el déficit público, que si ya flirtea con el diablo se hundirá a simas endemoniadas, y se agita la ola de la deuda pública salvajemente. Pero, acá, Don Carlos, no pasa nada, ¡porque Europa tiene que mostrar su espíritu solidario subvencionando a España sin límite ni garantías ni condicionalidades ni nada parecido! ¡Queremos deuda perpetua, de esa que no se paga nunca, y además que todo el dinero que desde el Norte nos envíen sea a fondo perdido, es decir, como subvenciones y ayudas no reintegrables, porque lo necesitamos para seguir bailando al ritmo de la verbena del santo dispendio! ¡Qué Europa demuestre su solidaridad y si no, hacemos una quita de nuestra deuda y no se paga a nadie! ¡Olé, bravo ahí! ¡O sea, que, cuidado Europa, que haremos un sinpa solidariamente europeo, o sea, que no pagaremos, Don Carlos!