Naranjo III: “¿Y Sánchez si duerme con sus pactos en Navarra o Barcelona?”
Antonio Naranjo analiza la actualidad con sus ácidos clavos.
Madrid - Publicado el - Actualizado
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Pedro Sánchez rechazó el acuerdo con Podemos porque no podría dormir con ministros de Pablo Iglesias gobernando España. El socialista tiene un sueño oscilante y unos escrúpulos adaptables, porque no ha tenido nunca problemas para dormir a pierna suelta y roncar como un oso grizzlie con sinusitis tras pactar con lo mejor de cada casa en Navarra, en Castilla La Mancha, en Madrid, en Barcelona, en la moción de censura o en los Presupuestos Generales del Estado.
El insomnio de Sánchez, de entrada, le desmonta y le desmiente a sí mismo: dijo que se convocaban nuevas Elecciones por el bloqueo de Podemos, pero ahora se ha ido a la TV amiga a decir que, en realidad, volveremos a votar porque él se ha inmolado por no condenar a los españoles a un acuerdo que nos haría dormir aún menos que Drácula en Nochevieja.
La misma solemnidad que ahora emplea para despreciar a Podemos la desplegó en 2016 para protestar por el boicot de los “poderes ocultos” a un acuerdo con Iglesias que hubiese regenerado. Los peligrosos perroflautas de ahora eran entonces esos muchachos renovadores.
Otro clavo del día ha sido para Manuela Carmena y su posible retorno.
Carmena se debate entre presentarse a las Generales con Errejón para terminar de fastidiar a Iglesias o seguir jubilada en casa creyéndose Margarita Nelken. Sorprende que el prestigio de la exalcaldesa proceda de su aspecto de señorita Marple, de su habilidad con las magdalenas o de las solemnes vacuidades buenistas que lanzaba con sultura de lanzador finlandés de jabalina y no, como debiera ser, de su gestión. Que ha sido una castaña pilonga solo empeorada por la de su alter ego barcelonesa, esa Ada Colau que ha transformado la capital alternativa de Europa en una Gomorra de medio pelo repleta de sinvergüenzas.
Finalmente, como “bonus track” para lectores de la web, un último clavo dedicado a Javier Ortega Smith:
Alguien tiene que decirle con urgencia a Ortega Smith que la libertad de expresión es un derecho, pero no una obligación, y que no pasa nada por cobijar de cuando en cuando la lengua allá donde la espalda pierde su nombre.
Protestar contra todas las violencias genéricas el día que se protesta contra el asesinato concreto de una mujer es tan burdo e hiriente como quejarse del impacto en la orografía de las fosas comunes el día que se rescatan cadáveres de una de ellas.
Lo contrario del feminismo montaraz, tan ruidoso e institucional como poco representativo de las mujeres que llevan décadas peleando por la igualdad; no es el machirulismo orangután, que es todavía más lerdo: uno ve gallinas violadas por todos los lados; pero otro ve el cadáver ensangrentado de una señora y se pone a decir, sin decirlo, que algo habrá hecho la muy escort para acabar así. Hortera Smith, y perdone por lo de Smith.