Herrera, 10 años sin ETA: "Las familias de los terroristas se sienten más legitimadas que nunca"
Carlos Herrera habla de la derrota de ETA y del papel que desarrolla el partido que nos gobierna
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Señoras, señores, me alegro, buenos días.
Hoy andamos a vueltas con los 10 años, 10 años en los que se evidenció la derrota de ETA a través del propio reconocimiento de la banda en un acto público en el que, con txapela incluida, anunciaron lo que ellos llamaban el cese de actividad, cese de actividad que venía obligado por el acoso, el control, la guerra auténtica que se ganó por parte de Fuerzas de Seguridad del Estado, de fuerzas de la inteligencia y otras más, colectivos y demás. Una década después de que ETA, vencida por el Estado de Derecho, por los héroes que se dejaron la vida en ello, basta hacerse unas simples preguntas para saber cuál es el balance político de aquella victoria. ¿Está hoy más contenta una víctima o su verdugo? ¿Se siente más reconocido de la familia de Miguel Ángel Blanco o la de Henri Parot? ¿Ha tenido más compensación electoral el partido el Partido de Goyo Ordóñez o el de Fernando Múgica o el de el de Arnaldo Otegi, tal vez? Si las respuestas a todo eso son favorables a los malos significa que algo no se ha hecho bien. Es un gran avance que no maten, que no nos secuestren, que no nos envíen cajas de puros llenas de bombas. Es un detalle que no te secuestren para sacarte dinero o que no te pongan una bomba lapa por ser policía. Y es positivo que los amigos de los asesinos renuncien a la violencia incluso con la boquita pequeña, muestren algo parecido a la solidaridad con las víctimas aunque sea todo pose y para facilitar los cambalaches con este sujeto llamado Pedro Sánchez.
Pero tras 40 años de terror, casi 900 víctimas mortales, miles de heridos, exiliados… España se merece algo mejor. Algo mejor, un poco mejor. El epílogo del terrorismo debía ser que las víctimas fueran reconocidas, atendidas, homenajeadas; que la Policía y la Guardia Civil notaran el agradecimiento de todos y que los vascos premiaran en las urnas a quienes pusieron las nucas no a quienes dispararon las balas. Eso es el famoso relato, cómo se cuenta lo que pasó y cómo se pone a los buenos en su sitio y a los malos en el suyo. Y eso es lo que ha fallado y falla estrepitosamente.
Hoy los homenajes se los llevan los terroristas, los beneficios y compensaciones los presos de ETA y los votos, sus amigos. Otegi está más cerca que nunca de ser lehendakari con el respaldo del PSOE que ayer ya se dio por contento con que el otro apareciera haciendo un simulacro de contricción. El Gobierno de España es el responsable de esto, de conformarse con que no nos maten como si nos hicieron un favor, de rehabilitar protagonistas del horror y permitir que cuenten la historia en su beneficio. De los mismos que van buscando cómo culpar a todos los españoles que no les votan de lo que hizo Franco, Hernán Cortés o Cristóbal Colón, excluyen a las víctimas de su ley de memoria democrática, no enseñan en las escuelas quién era Miguel Ángel Blanco, convierte en a Bildu en un socio decente para aprobar presupuestos o investiduras como el del Gobierno de Navarra. El terrorismo cesó hace una década, pero los hermanos, los hijos, los nietos de los terroristas no sienten vergüenza por lo que hicieron los suyos, se sienten más fuertes, influyentes, legitimados que nunca. Y cuando el relato es tan incorrecto y tan injusto, el terror no desaparece nunca del todo simplemente se explica de otra manera.