Herrera a las 8, miércoles 23 de enero

Comienza este miércoles informado en el que la huelga del taxi en Madrid amenaza la celebración de Fitur

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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Pero verán, se complica la huelga de taxis -es lo primero que seguramente ustedes están pensando- en dos de las ciudades españolas más aquellas otras ciudades donde puede darse el efecto contagio. De darse. De darse. Es decir, algunos están poniendo en Zaragoza, en Valencia, en Sevilla, en Málaga, en Bilbao, en La Coruña, en Santa Cruz... Están poniendo las velas que tengan que ir poniendo para que la vida no se paralice. No tanto por el hecho de que los taxistas no quieran llevar a nadie a un lugar, sino por el hecho de que los taxistas impidan que alguien pueda moverse con libertad por una ciudad como han hecho en Barcelona y a Madrid.

En Barcelona, finalmente, como era de esperar, Torra ante los comportamientos violentos tipo CDR de grupos de taxistas, ha accedido a la reivindicación y ha llegado al compromiso de que alguien no pueda contratar un VTC, un Uber o un Cabifay, con menos de una hora de tiempo. Si ahora son las 8:02, usted podrá contratar un Cabifay para que la recoja a las 9:02, pero no para que le recoja a las 8:15.

Eso, en la práctica, es cargarse el sistema, con lo cual, incluso también VTC, han dicho que en cualquier momento abandonaran la ciudad de Barcelona. En Madrid siguen las negociaciones pero no están en ese punto. El Gobierno de la Comunidad de Madrid no les ha dado o no les ha propuesto eso y, por lo tanto, sigue. Es tercera jornada de huelga indefinida. Y el conflicto enquistado.

Y el problema, vuelvo a decírselo, no está tanto en que los taxistas no le quieran llevar a usted a donde usted quiera ir o tenga que ir. El problema está en que no le dején moverse. Es decir, que bloqueen el aeropuerto, que bloqueen una autopista, la A-2, que bloqueen el centro de la ciudad o no. En Barcelona lo han hecho, en Madrid no. En Madrid accesos. Y esa pregunta inmediata habría que hacérsela a quién esa conducta mantienen: ¿Qué esperan de las personas a las que no les han dejado coger un avión, que tenían que irse donde tuvieran que irse, y han visto que por un conflicto particular de un servicio con unas empresas, ellos han sido tomados como rehenes? ¿Creen que esos van a ser futuros usuarios felices del taxi? Aquellas personas que se han visto atrapadas en atascos imposibles, incluso en situaciones algo violentas, ¿creen que tienen derecho a decir...? ¿Oiga, yo qué le he hecho a usted? Yo, ciudadano, ¿a usted qué le he hecho?

Seguramente nada. La batalla de la opinión pública se pierde. Y aunque tú ganes la batalla de tu reivindicaciones laborales, cuidado con el público porque el público tiene donde elegir. Además, ahora mismo muchos de los que padecen en Madrid o en Barcelona estás huelgas ya no se acuerdan de lo que reivindican los taxistas. De lo que se acuerdan son de las coacciones. Y eso es perder una batalla. Por lo tanto, esto hay que reconducirlo. Y lo tiene que hacer el gobierno. Y si este ministro de Fomento despierta de su siesta en lugar de dar la patada a seguir y traspasarle el problema a los demás, si se pone en su sitio y lo intenta, al menos al reconducirlo la agresividad no irá en aumento.