Herrera a las 8, miércoles 26 de febrero del 2020
Carlos Herrera habla con uno de los clientes del hotel Costa Adeje de Tenerife que está aislado por el coronavirus
Madrid - Publicado el - Actualizado
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Señoras, señores, me alegro, ¡buenos días!
Bienvenidos. Son las 8 de la mañana y es miércoles 26 de febrero del 2020, que es el día en el que venía señalada por el calendario litúrgico el comienzo de la Cuaresma. Es Miércoles de Ceniza, ese polvo que seremos, que hemos sido, que somos. En realidad la cuadragésima, 40 días hasta el Jueves Santo a las tres de la tarde en la hora Nona, que es exactamente lo que va a durar este tiempo litúrgico de la Iglesia emulando los 40 días de Jesús en el desierto. Son cinco domingos más el Domingo de Ramos.
En este tiempo en el que, como decía ayer Pilar Cisneros, ese labio sin rienda que deslavaza las nieblas combinamos máscaras y mascarillas. Y es verdad, las máscaras del Carnaval con las mascarillas que, por cierto, se han agotado en toda España. Pero agotado quiere decir agotado. La demanda ha crecido hasta un 8.000%. Ayer pudimos comprobar que basta pasar un par de minutos en una farmacia de Madrid, por ejemplo, para que se presenten varias personas pidiendo mascarillas. En Internet ya se están pidiendo hasta 300€ por algunas, en otros casos 80. Mascarillas que tardarán en estar disponibles un mes. Vamos, que algunos creen que estamos, efectivamente, ante 'Walking Dead', el 'Apocalipsis zombie' o algo parecido.
HERRERA, SOBRE EL CORONAVIRUS
Hombre, a pocos síntomas que alguno tenga y que cada día van a tener más personas porque, efectivamente, los contagios, oiga, son difícilmente evitables en el mundo globalizado, irán apareciendo más casos como han aparecido ya.
Han aparecido casos en Tenerife, como saben, pero también en Castellón, en Madrid, en Barcelona. En el Hotel Adeje de Tenerife Sur están atrapados en cuarentena una serie de personas, de turistas, de veraneantes o de lo que quieran llamar ustedes, señores que están pasando allí el fin de semana muy agradable aunque, efectivamente, el matrimonio italiano afectado por coronavirus estaba alojado allí. Domingo Tejedor es uno de esos acuartelados, vamos a decirlo de esa manera, y amablemente me atiende.
HERRERA, SOBRE LA MESA DE DIÁLOGO
Bueno, otras cosas, ¿qué otras cosas, además de esta? Que, ya le he contado lo de la mesa está coja del Gobierno, esta mesa con cara de besugo todo el mundo, ¿hablando de qué? Unos hablando un idioma y otros hablando otro, a lo mejor; unos diciendo que quieren la autodeterminación y los otros diciendo que no pueden darla. Digamos que no hay agenda de la reunión, cada cual irá con sus prioridades: Sánchez con la agenda del reencuentro, esta cosa... Saben que la terminología que utiliza este Gobierno es insoportablemente cursi, absolutamente naif. Y Torra llevará la cuestión de la autodeterminación, la amnistía, el mediador. Bueno, pues oiga, a partir de ahí la mesa durará el tiempo justo para que Sánchez sea que los Presupuestos que mañana mismo lo comprobaremos porque vamos a ver qué hace Esquerra en la votación del techo de gasto, que es el primer paso del trámite parlamentario.
Sánchez quiere que los Presupuestos le garanticen estabilidad en Moncloa y Junqueras quiere ganarle el Gobierno a Puigdemont de la Generalidad. Quien tiene, por cierto, Puigdemont, la rara habilidad de robarle siempre la cartera en el último minuto. Y esta mesa para los independentistas tampoco tiene otro sentido que su propia pugna electoral. De hecho, Torra, por encargo de Puigdemont, ha hecho todo lo posible por sabotear la reunón, así que ahí tenemos una mesa aparentemente inane en cuanto a acuerdos políticos, pero devastadora para la dignidad de nuestras instituciones.
Es aberrante. Uno llega a preguntarse si vale la pena ese estropicio institucional por una iniciativa que todos saben que no va a llegar a ningún sitio. Se van a sentar en pie de igualdad con ministros del Gobierno de España un político inhabilitado y otro imputado por la intentona independentista: Torra y Jové.
Esto degrada al Congreso, al Senado, al Parlamento de Cataluña, que es donde los políticos tienen que dirimir estas cuestiones como legítimos representantes de los ciudadanos. Oiga, ahí no hay nadie representando a los catalanes no secesionistas. El pelotón catalán solo representa a una parte de su Gobierno, ni siquiera a todo y, además, es un diálogo que viene a blanquear a quienes han enfrentado a la Constitución y se hace invisible a quienes la defienden que, por cierto, siguen siendo la mayoría.
Y también degrada al resto de Comunidades Autónomas que no tienen derecho a este tipo de negociaciones con el Gobierno de España. Esta mesa supone premiar la deslealtad. La imagen del encuentro ya de por sí es una derrota del constitucionalismo y, además, sienta un procedente que siempre va a quedar en el imaginario independentista: sentar al Gobierno en una negociación bilateral. Ya han tenido ellos su primera victoria, luego la desperdiciarán porque son así, pero ya la han tenido.