Herrera: "Ya que Zapatero no se sonroja por su apoyo a Maduro, nosotros nos sonrojamos por él"
Madrid - Publicado el - Actualizado
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Ayer se cumplió un año desde que China informó a la OMS de la aparición de una extraña neumonía, desconocida hasta entonces, en la ciudad de Wuhan. En estos doce meses, 68 millones de personas han contraído la enfermedad en todo el mundo. Más de 1.500.000 han fallecido oficialmente a causa de este coronavirus, aunque seguramente esta cifra se quede corta respecto al impacto real de la enfermedad. Todos sabemos las consecuencias y hemos sufrido en mayor o menor medida las consecuencias de la peor pandemia que ha sufrido la humanidad en el último siglo. Algunos han perdido el trabajo o la libertad de moverse, pero otros ha visto diezmada a su familia. 2020 ha sido el año de la pesadilla.
Pero ayer, exactamente un año después, en los hospitales británicos comenzó a aplicarse la vacuna contra esa enfermedad. Sólo un año después. Reino Unido se ha apuntado la victoria en esa carrera, pero quizá eso sea lo de menos. Lo más importante es que en un sólo año la humanidad ha sido capaz de investigar, diseñar, probar y fabricar no una sino varias vacunas efectivas contra el covid-19. Y eso es un hecho histórico que nos debe llevar no sé si al optimismo pero sí a la confianza, porque jamás en la historia se había desarrollado una vacuna en un tiempo récord. Además con esas dosis de seguridad y eficacia. 2020 nos trajo la enfermedad y 2021 nos trae la vacuna contra esa enfermedad. Mientras no se generalice la distribución de la vacuna, la cabeza hay que mantenerla fría, la prudencia en estado 'on' y las medidas de autoprotección que todos conocemos. Porque todos sabemos lo que tenemos que hacer. Otra cosa es que algunos no lo hagan. Sobre todo en Navidad, que vamos a pasar en libertad vigilada. Ojalá todo el problema fuera que esta Navidad vamos a ser menos cenando o viajando.
Al ver la imagen de los ancianos ingleses vacunándose se mezclan emociones de ternura y de orgullo. El haber cuidado a los mayores. Los más débiles han sido los primeros en Reino Unido y así será el resto del mundo. Eso también dice mucho de cómo somos. No somos tan malos, tan insolidarios o tan mezquinos, como a veces pudiéramos parecer. Ayer fue un gran día por eso. No para hacer nacionalismo cutre, como ha hecho el gobierno británico, sino para celebrar que vivimos en un mundo capaz de crear una vacuna en un tiempo récord contra una enfermedad desconocida y capaz de velar por los más vulnerables de la sociedad. En España estamos pendientes de la aprobación de la Agencia Europea del Medicamento para después proceder a la logística de la vacunación, que no es nada fácil. Pero que se va a hacer. Hay que mirar con un poco de optimismo al futuro inmediato, para levantar las consecuencias sanitarias, sociales y económicas de la aparición de este bicho.