Barbosa: "El problema es el precio que el PSOE puede obligar a pagar al país para seguir gobernando"

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Habrá pocas cosas más bonitas en esta vida que formar parte de una peña de amigos y volver a tu pueblo, al pueblo de tus padres y tus abuelos, y disfrutar de las fiestas patronales. Pues eso es lo que van a hacer miles y miles de españoles, en esta jornada, con motivo de la festividad de la Asunción.

El puente de agosto que, además, marca el momento en el que mucha gente comienza a recoger vela después de sus vacaciones y que nos recuerda que, a lo tonto a lo tonto, de los dos meses fuertes que tiene el verano ya vamos por la segunda mitad del segundo. Así que, los que sigan de vacaciones, que lo disfruten mucho porque el tiempo pasa volando.

La semana pasada los que estábamos todavía de vacaciones escuchábamos a los compañeros decir "faltan siete días para constituir el Congreso, ahora seis...". Bueno, pues hoy toca decir que ya sólo falta este festivo y el día de mañana miércoles para que nos plantemos en ese interesante, y tan anunciado jueves, en el que los políticos se deben repartir el control de la Mesa del Congreso y dar por constituidas las Cortes. Y eso, como paso previo a los contactos para armar una investidura, sea de quién sea.

"Una subasta"

De la subasta, ¿qué sabemos? Lo primero, que está siendo "una subasta", como ha confirmado el propio Puigdemont con ese tuit que lanzó ayer, en el que venía a recochinearse de la bala de plata que han puesto en sus manos los votos de los propios españoles, a los que detesta. "Crece el nerviosismo y sube la subasta. Y se disparan las especulaciones. Paciencia, perseverancia y perspectiva", decía Puigdemont.

Es decir, no sólo dice que esto es una subasta, sino que esa subasta está creciendo y que lo está gozando lo más grande, al ver que en el PSOE se ponen nerviosos al comprobar que los de Junts se ponen duros e insisten con lo de la amnistía y la autodeterminación. En el PSOE ya hay voces que reconocen que en esta negociación "van a ciegas" porque Puigdemont no es como Esquerra y no saben por dónde les puede salir.

Lo de "tener perspectiva" es posiblemente lo que más nervios pueda generar en MONCLOA porque que Puigdemont prometa tener "perspectiva" puede significar cualquier cosa.

Desde que a Puigdemont le dé un ataque de 'peix al cobe', aquel pragmatismo del que tanto tiró Pujol consistente en “pues trinco lo que se pueda ahora, y ya iremos trincando más cosas más adelante” o, lo que más preocupa al PSOE, que esa perspectiva quiera decir que Puigdemont va poner sus particulares luces largas y decida que lo mejor para su objetivo a largo plazo sea reventar esta investidura y provocar un bloqueo político.

El "recochineo" de Junts

El caso es que, para llevar el recochineo al máximo, los de Junts han anunciado que se reunirán el próximo jueves dos horas antes de la votación de la Mesa del Congreso y y que no decidirán, o al menos no anunciarán su posición, hasta pocos minutos antes de que haya que elegir al presidente del Congreso.

En fin, muchos españoles votaron “política estrambótica” y política estrambótica van a tener. Y el precio que deberá pagar el PSOE por meterse en el dislate de considerar un interlocutor válido a un delincuente fugado es, para empezar, estos vaciles con aroma a humillación.

Una situación que ya ha incomodado un poco a la ministra y portavoz socialista Pilar Alegría, que ha tratado de tomárselo con filosofía, porque sabe que las tragaderas no han hecho más que abrirse. Alegría prefería no entrar mucho en los comentarios de Puigdemont, y se centraba en que “esto va a ser complejo, pero como lo han sido otras cosas, y tal.

Que el PSOE asuma el precio de negociar con Puigdemont es problema del PSOE. Aquí el verdadero problema es el precio que el PSOE puede obligar a pagar a España en su conjunto, por tal de que los socialistas puedan seguir gobernando, aunque sea de forma absolutamente precaria.

De momento, lo que tenemos es más opacidad con los actores implicados insistiendo en que no pueden dar detalles a los españoles de lo que están trajinando.

Sabemos que el PSOE no quiere renunciar a la presidencia del Congreso porque para sobrevivir a la legislatura que quiere montar, necesitará controlar la Mesa todo lo posible y sabemos que BILDU y Esquerra van a apoyar al PSOE para que presida la mesa. De hecho, los de Bildu lo que no quieren es que la presida el PNV.

Y ese es uno de los dislates del Frankenstein que se quiere montar: que en el carromato del PSOE, no sólo hay gente que no tiene un proyecto común, sino que son rivales entre ellos. Y luego lo que hay también es mucha impostura, pero mucha impostura, como eso de insistir en que aquí se tiene que constituir una Mesa del Congreso controlada por las fuerzas autollamadas “progresistas” porque en el Congreso, dicen, hay una mayoría progresista.

Y eso no es verdad, por más que ayer lo dijeran los de SUMAR y lo dijeran los de BILDU. El PNV no es progresista, Junts no es progresista y algunos partidos que sí son de izquierdas tampoco son progresistas si por progresista se entiende lo que ellos dicen que es ser progresista: estar muy a favor de la igualdad y en contra de los privilegios.

Porque el carromato del Frankenstein, (al que ya sólo le faltaba que pusieran a Puigdemont en todo lo alto), es un proyecto amorfo que lo único que busca es profundizar en las diferencias entre españoles, económicas y de derechos, en función de dónde vivan.

Y todo lo demás es impostura como tener que contemplar a la portavoz de los herederos de ETA hablar como si ella misma fuera una social-demócrata de toda la vida, asegurando que los que se están repartiendo la meas del Congreso, en la subasta de Puigdemont, son todos muy progresistas. Pues no es verdad por más que lo repitan mil veces.

Miren, el Sanchismo conduce a una opereta en dos actos: El primero, es en el que estamos la subasta de la que gozan las derechas e izquierdas insolidarias, para profundizar las desiguales entre españoles. Y luego, cuando eso ya está hecho, es cuando se ponen al paripé de hacerse los progres, acordándose a última hora de hacer viviendas, hacerse los feministas con leyes que, a la hora de la verdad, benefician a los violadores etc.

Esa es la realidad de lo que se ha visto en la pasada legislatura y en lo que se quiere perseverar ahora, de una forma más precaria todavía y más humillante para la democracia española. Porque una cosa era ir al Majestic, con las orejas gachas a entregar a Pujol su parte, y otra cosa ya es tener que ir a Waterloo a preguntar a un delincuente fugado que qué quiere para que en España haya gobierno precario.

El problema que supone la investidura

Y luego está el drama de saber que esto puede que solo acabe de empezar. Porque si lo de la Mesa no se va desvelar hasta unos minutos antes de las diez de la mañana del jueves luego lo de la investidura puede ir en los términos del acuerdo de la Mesa o no.

Y si las cosas se dan de tal manera que Sánchez consigue reunir más apoyos que Feijóo dirá que tiene que ser él, y no Feijóo, el que se someta a la investidura. Y si Feijóo hace valer su condición de ganador de las elecciones y defiende que, ante el espectáculo de negociar con el fugado, lo sensato es que haya un gobierno en minoría del más votado. Pues el dilema que le puede esperar al Rey puede ser importante.

Ya algunas terminales cercanas al gobierno han advertido que si Feijóo pide presentarse al investidura estará perjudicando al Rey y poniéndolo en un compromiso. Es decir, de forma velada, ya se está deslizando que si al Rey le da por hacer algo tan reglamentario como decir pues que se presente primero el que ha ganado y, si no sale, pues ya se manda al que no ha ganado pero que dice tener los apoyos.

Como el Rey haga eso, ya estará preparada la brunete republicana sacándole cantares al Rey que si ha tomado partido, que si tal que si cual, aunque no sea verdad. Y si al Rey le da por decidir que lo mejor es ser pragmáticos y enviar primero al que ya que tiene los apoyos atados (en caso de que Sánchez los tenga y FEijoo no), pues tampoco faltarán, los que se sientan decepcionados con el Rey por ese lado.

Y ese es el drama: que el 'no es no' de Sánchez conduce a este tipo de situaciones: al bochorno de negociar investiduras con delincuentes y a poner en un brete a una institución con la Jefatura del Estado, que no debería verse en estas situaciones si hubiera un poco de sensatez y se actuara de buena fe.

De momento, en el PP dicen que no cambian su hoja de ruta y dan por hecho que el Rey actuará siguiendo los usos y costumbres, dando paso en primer lugar al intento de legislatura del ganador de las elecciones. Ya los hay que consideran que, con este mensaje, el PP está presionando al Rey más de la cuenta.

Y es verdad que proponer primero al que ha ganado las elecciones es lo que siempre se ha hecho. Otra cosa es que ese ganador, si no llega a los 176 diputados, coja y le diga al Rey que no le haga el encargo que es lo que hizo Rajoy, en una decisión, que fue controvertida en su momento y que ahora algunos usarán, porque les conviene, para decir que Feijóo debería hacer lo mismo.

La comparación entre Argentina y España

Cuando un país empieza a transitar el camino del populismo, ese camino se sabe como empieza, pero no como termina. De hecho, el que quiera hacerse una idea de cómo podría ser en el futuro una España que se haya entregado ya definitivamente a la formas populistas de gobierno. Que mire un poco a Argentina.

En Argentina, no es que lleven 10 años de populismo. Es que atesoran 70 años de peronismo. Y el peronismo es la quinta esencia del populismo hispano-americano, que ahora algunos están queriendo trasladar a España. Un movimiento que, igual que el PRI en México, ha llegado a ser de derecha y de izquierda porque lo importante no es la ideología, sino la forma de gobernar y de hacer demagogia con el discurso, acomodándolo siempre a lo que la masa puede querer escuchar.

Y todo, colonizando la justicia y el resto de instituciones públicas y gastando dinero y aumentando la deuda, sin atenerse a las verdaderas necesidades del tejido productivo.

Y cuando eso pasa cuando esa hiedra se mete hasta el corbejón de un país, luego ya no encuentras el camino de vuelta, ni aunque quieras. Porque las medidas liberales que hay que aplicar para salir de eso son tan severas, que los populistas tardan muy poco en volver a recuperar el poder.

Hasta que en Argentina, con una inflación anual del 130%, a la gente un día ya no les vale ni el peronismo ni las soluciones templadas. Porque la gente acaba harta del sistema. El sistema, como dicen, es lo que ya no da más de sí. Y entonces, un día, coge Javier Milei y gana las primarias de ese país y se convierte en uno de los favoritos, si no el principal favorito, para ganar las próximas presidenciales.

Y entonces los que aquí ven muy bonito el populismo de izquierdas que está creciendo en España ponen el grito en el cielo y llaman a Milei ultraderecha y tipo peligroso porque utiliza el lenguaje agresivo del populismo de izquierdas, pero para ponerlo al servicio de ideas anarco-liberales. Un tipo que habla de “acabar con la casta” y que comenzó como un personaje televisivo hiperbólico.

Es decir, como Pablo Iglesias, pero en libertario radical. Que ésa es otra Milei no tiene que ver con la ultraderecha clásica, a la que le gusta la presencia del Estado tanto como a los comunistas. MILEi lo que pide es meter la MOTOSIERRA de forma radical para acabar con la intromisión del Estado en la vida de la gente. Pero eso explícaselo aquí a los que llamaron ultraderechista incluso a Albert Rivera.

Los que, aquí en España, estos días dicen que la democracia es así y si no te gusta la suma del Frankestein, te fastidias son los mismos que, como en el futuro, salga un MILEI español que prometa acabar por las bravas con las consecuencias del populismo izquierdista y nacionalista luego correrán a pedir el diálogo y la sensatez que ahora desprecian. Si no, al tiempo.

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