Carlos Herrera: "La gran mayoría de agricultores y ganaderos son pacíficos, ajenos a conductas violentas"

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Señoras y señores, me alegro. Buenos días.

Son los 8 de la mañana de este viernes 9 de febrero y felizmente está lloviendo prácticamente toda la península.

Más en unos lugares que en otros, más en el oeste que en el este. Y así va a seguir durante los dos próximos días, quizá con extensión hasta el lunes. Luego no se prevé, nos decía Maldonado, ninguna nueva caída de agua.

Pero cualquier día te sorprende un frente. Bueno, son horas y horas de agua que bien nos va. Vamos a ver, hoy van a continuar las movilizaciones de agricultores y ganaderos. Cuarto día, tractoradas, cortes de carretera el fin de semana. Hay incidentes, enfrentamientos entre manifestantes y fuerzas de seguridad.

Se han registrado más de 600 bloqueos en las carreteras españolas desde el martes. 20 detenciones, 4.000 multas. Eso se deja ver también en el transporte de mercancías, que calcula una pérdida de 35 millones de cada día, cada día, por los camiones atrapados en cortes de carreteras. Y miren, en movilizaciones de este tipo se producen todo tipo de conductas.

Estas movilizaciones normalmente tienes que saber cómo las empiezas, pero sobre todo también tienes que saber cómo las acabas. Porque si no las acabas y se te van de las manos, entonces cuando la violencia es más noticia que tu propia reivindicación y es malo para ti.

La gran mayoría de agricultores y ganaderos son pacíficos, ajenos a conductas violentas. Pero no todos. Y nos deberían permitir que el comportamiento de una minoría identifique al conjunto de la protesta. No les interesa que cunda el relato tramposo que está poniendo en marcha el equipo de opinión sincronizada a las órdenes de Moncloa.

A los agricultores y ganaderos no les interesa que les señalen como violentos o radicales. Porque los sólidos argumentos para la protesta entonces dejan de escucharse. Ya no se hablaría de sus razones. Se hablaría de sus protestas. Han tenido un gran éxito.

Han abierto un debate público sobre la situación del campo español. Ha logrado la solidaridad del conjunto de la sociedad, que ha aguantado cortes, situaciones, en fin, que les voy a contar. Mañana, seguramente una protesta multitudinaria.

Una tractorada en Valladolid con motivo de la entrega de los Goya. Pero hay que medir muy bien los próximos pasos. Si no lo quieren echar a perder todo. Todo lo que han ganado estos días. Y ya saben ustedes que el gobierno es experto en lanzar consignas, pero un inútil a la hora de gestionar. Un perfecto inútil.

El gobierno está pasmado ante esta protesta. No sabe qué decir. Más allá del mantra de los fachas. Está atónito. No tiene autoridad moral. Porque este es un gobierno que ha liquidado el principio de autoridad. Un gobierno entregado a un delincuente. A un delincuente que dio un golpe de Estado.

Carece de autoridad moral para decirle a unos agricultores que no corten una carretera. Ahora el gobierno no puede indignarse. Si está restando importancia a los gravísimos disturbios del procés catalán.

Pero vamos a quedarnos con uno de los carteles que se han hecho virales. No somos ni de derechas ni de izquierdas. Somos los de abajo y vamos a por los de arriba. Y los de arriba son estas élites pijoprogres. Que están matando al campo europeo.

Y el otro asunto es que Europa irrumpe en la política española. Probablemente, cuando Sánchez se comprometió a darle la amnistía a Puigdemont, él sabría que no era fácil. Pero bueno, él pensó que con los indultos ya esto amainará y cambiará. Yo le doy la vuelta. Seguramente no pensaba que le fuera a resultar tan difícil. Pero bueno, él daba por descontada la oposición del PP.

Los indultos no son la amnistía. Políticamente son criticables. Pero los indultos no son ilegales. Están recogidos en la ley. La amnistía no. Un indulto es constitucional. Discutible, infame. Lo que queramos, pero constitucional. La amnistía no. La amnistía... O sea, los indultos afectan a la independencia judicial, pero de forma muy tasada.

La amnistía vuela la independencia del poder judicial. Lo somete al capricho de la mayoría política de Turia. Pero lo que no imaginó Sánchez es que el asunto acabara provocando la intervención de la propia Unión Europea. ¿Qué? Que se puso ayer de manifiesto dentro y fuera de España. La comisión de Venecia, que vino, y luego la votación del Parlamento Europeo exigiendo investigar las conexiones de Puigdemont con Putin.

Claro, si tú escoges de socio principal le has prometido la impunidad al que la prensa alemana llama la marioneta de Putin, entonces tú, Sánchez, tienes un problema. Europa ha puesto a Sánchez bajo la lupa y Sánchez se le ha puesto cara de atragantamiento. No sabemos qué cara se le ha puesto al letrado del Congreso, a Galindo, el admirador, el amigo, bla, bla, bla, porque el letrado se metió en la letrina para dar esquinazo a la comisión de Venecia. Que no me vean, que no me vean.

Los enviados de la comisión de Venecia estuvieron viendo ayer a los grupos políticos, a Gracita Bolaños, al poder judicial, asociaciones, y habrán dibujado el penoso panorama de la justicia acosada por el poder político. Pero, tampoco se fíen tanto.

La comisión de Venecia no tiene un poder real. Tiene informes, hace informes, que, bueno, son determinantes para decisiones que toma la Unión Europea que harán en 15 días, pero que nadie se despiste.

Que nadie se crea que con las declaraciones de ayer que esto ya está hecho. El Consejo de Europa es un lodazal donde los independentistas tienen muchos tentáculos para torcer lo que parece indiscutible. Y el gobierno también.

Porque cambia, hace, impresiona, quitan a algunos que no les acaban de gustar, etcétera, etcétera. Así que la comisión de Venecia ya veremos cómo canta el pajarito.

Pero el Parlamento Europeo aprobó una resolución donde se exige investigar las conexiones de Putin en Europa. Y una de esas conexiones es Carlos Puigdemont. Es decir, gracias, gracias, a la presión de eurodiputados del PP y de Ciudadanos, Puigdemont aparece mencionado personalmente en la resolución.

Y como era previsible, el PSOE protagonizó otro papelón. Porque votó a favor de investigar las conexiones de Putin. Imagínense que hubiera votado en contra, solo faltaría. Pero votó en contra de la mención de su socio Puigdemont. Lo cual es también de aurora boreal.

Y de guinda, la asociación de Fiscales, que hoy se verán con la misión de la Comisión de Venecia, pidió ayer públicamente la dimisión del fiscal general del Estado, Álvaro García Ortiz, por los últimos escándalos que ha protagonizado el frente de la institución para ponerla al servicio del gobierno.

Además, ayer tuvo un rasgo de humor realmente interesante. Ayer se le hacía una entrevista a don Albarone y dijo que él, como fiscal general del Estado, va a respetar lo que diga la teniente fiscal sobre si ve indicios de terrorismo o no en el caso de Tsunami.

Claro, es su número dos y la tiene bien controlada. No como los 13 fiscales de la Junta que sí han visto terrorismo y a los que se dispone. A ignorar con toda la caradura que tiene este sujeto, toda la caradura del mundo.