Herrera: "La mentira está en el ADN de los políticos presos, que han estado sensibleros y arrogantes"

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Señoras, señores, me alegro, ¡buenos días!

¿Se llama usted Antonio? ¿Se llama usted Antonia? Bueno, hoy es su onomástica. Si la quiere celebrar o, al menos, brindar a su salud o juntarte con los suyos, adelante, hoy es su día. San Antonio de Padua, que no era de Padua, pero bueno, para entendernos.

La primavera toma rumbo de verano. El verano llega dentro de ocho días. Y el verano ya va anunciándose a pesar de que estamos en pronta primavera prácticamente, ¿no? Pero van a ir subiendo poco a poco las temperaturas y empiezan a subir ahora.

Y la temperatura política, la temperatura política hoy se ve muy condicionada por la temperatura jurídica, judicial. En este caso porque hay siete magistrados, siete hombres y mujeres sin piedad, teóricamente con la propiedad que da el aplicar la ley en su rigor, que tienen que juzgar. Están conminados a redactar, posiblemente, la sentencia más importante de las últimas décadas.

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Seguramente no exagero cuando les digo que el juicio, la vista oral que ha expuesto los hechos que ocurrieron 1 de octubre en torno a esa fecha en Cataluña, el más grave ataque a la Constitución del 78 desde 23-F, es el juicio más importante penal de la democracia porque aquella actuación del 23-F lo fue. Evidentemente fue de una gravedad notabilísima, pero estuvo realizada por militarotes descoordinados que entre uno y otro no se pusieron bien de acuerdo para saber exactamente cuál era el fin de las cosas. El fin lo tenían claro. O cuál era el camino adecuado para las cosas.

En esta ocasión ha sido una acción contraria a la Constitución Española, a la legalidad española, hecha desde la administración, desde el poder, con absoluto descaro y con absoluta chulería. Un juicio lo que hace es desvelar los hechos, decirnos, a través de las pruebas, testificales, documentales, periciales, etcétera, qué es lo que pasó. Y a partir de ahí los magistrados se reúnen para aplicar el código. Y ese es el tiempo que empieza ahora mismo.

Ayer fue el día final y en el juicio el día final era el momento para que los los acusados alegaran ante el tribunal lo que consideraban oportuno. Y lo que hicieron ayer los Rull, Turull, Forn, Forcadell, Junqueras fue dar un mitin político que era, por otra parte, lo que se esperaba. Tampoco ninguna sorpresa. Tampoco significó ninguna llamada especial de atención para la historia. Ayer lo que dijeron fue: “Lo volveremos a hacer”. No dijeron en ningún momento ha sido un error, tampoco dijeron estamos arrepentidos. Vinieron a decir que estaban por encima de la ley. Y, además, dijeron: “No apliquen ustedes la justicia y sí la política para solucionar el conflicto”. Como si ellos hubieran hecho política, como si ellos se hubieran dedicado a la política. Ellos incumplieron la ley y, además, ejercieron todo tipo de chantajes.

Ayer la evidencia que tuvimos escuchando a los Rull, Turull, Forn, Junqueras y compañía que están fuera de la realidad. Y estando fuera de la realidad quieren someter la legalidad constantemente a sus caprichos. La legalidad, además, encarnada en la Constitución del 78 votada, por cierto, de forma masiva en Cataluña. Lo que ellos quisieron hacer fue separar Cataluña del resto de España mediante una colección de ilegalidades y con acción violeta. Además de todo ello, estuvieron sensibleros, victimistas, arrogantes y, por supuesto, mentirosos porque la mentira va metida en ese ADN de una manera patológica, enfermiza. Bueno, y también estuvieron amenazantes.

En el alegato de ayer y durante todo el juicio, lo más llamativo de todo es que nos han querido convencer de que no pasó lo que pasó, de que, bueno, hombre, simplemente desobedecimos al Constitucional, pero nada más. Lo demás era un ejercicio de democracia que, por otra parte, tampoco llevó a nada: no se declaró la independencia, no se arriaron banderas, no pasó nada, hombre.

Y, además, la violencia quienes la ejercieron fueron la Policía Nacional y la Guardia Civil. Pero, fíjense ustedes, dicen por una parte que no se hizo nada, pero luego dicen por otra parte que lo volverán a hacer. Ya me explicarán ustedes la contradicción. Como antes les decía, es como aquella famosa actriz folclórica que dijo: “Ni me he operado, ni me voy a volver a operar”. Bueno, pues es eso: Ni hemos dado un golpe y lo volveremos a dar si hace falta.

Miren, no estaban sentados allí por una ideología concreta. Es decir, este no ha sido un juicio político. Y lo que queda no es nada fácil, como tampoco ha sido fácil, seguramente, el desarrollo del juicio a pesar de que al frente del Tribunal ha estado un tipo, Manuel Marchena, que hoy merece los parabienes prácticamente unánimes de toda la profesión y de todos los medios porque ha hecho un ejercicio de serenidad, de solvencia, de paciencia, de elegancia...

También de serenidad y de severidad cuando ha sido precisa porque a Marchena, al tribunal, la defensa le ha querido poner muchas trampas. Trampas para luego poder ir al Tribunal de Estrasburgo de Derechos Humanos que, por cierto, ya les ha echado un jarro de agua fría a todos ellos en la persona de Forcadell, pero bueno... Ir para allá, que es una decisión que tomaron al principio del principio, y decir que se han vulnerado los derechos humanos y otra vez vuelta a empezar.

Bueno, pues ha demostrado Marchena una cintura esquivando trampas que oiga, es... Además, que ha dado grandes lecciones del Derecho Procesal. Lo que queda ahora no es fácil porque ahora queda la ponencia, queda la redacción de esa sentencia que es una sentencia que tiene que ser por unanimidad, unánime y, además, en la medida de lo posible comprensible: en la que entendamos la dimensión condenatorias, sí hubo o no hubo rebelión, si hubo o no hubo sedición.

Y, luego, ya veremos eso qué consecuencias políticas tiene y qué lectura tiene en los acuerdos a los que lleguen los partidos a partir de ahora, que está el PSOE, por cierto, viendo que la realidad es la que es y que va a tener que pactar con Podemos, meter, a lo mejor, a alguno en el Consejo y negociar la abstención de Esquerra.

Eso tiene un precio que ya veremos si se paga. Ahora, como última reflexión: ¿Ustedes creen que hay algún país en el mundo, país civilizado, país serio, país democrático, ustedes creen que hay algún país en el mundo que dejaría de impedir una actuación como la de los acusados? Esto no es una excepción, España no es tan diferente. Si lo que hicieron estos aquí lo hubieran hecho en Alemania, en Francia, en el Reino Unido, en cualquier país homologable... Hombre, en uno no homologable los fusilan, en un homólogo el Estado indudablemente se habría defendido como se ha defendido aquí. Lo demás, perdónenme, son zarandajas.