Herrera: "¿Se puede obligar a alguien a ponerse una vacuna que ha batido todos los récords de precocidad?"
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Señoras, señores. Me alegro, buenos días.
La incidencia de la pandemia en el conjunto de España sigue bajando. El viernes era de 419 casos por cada 100.000 habitantes y anoche Sánchez avanzó que este lunes se colocará por debajo de 400. En este sistema de conteo, el lunes es un día difuso, por lo que hay que esperar al martes. Pero las cosas se están conteniendo a merced de las medidas que se toman y que se mantienen, y que darán paso a una Navidad forzosamente contenida si queremos llegar a las vacunas con la cosa en orden.
Ayer, el sonido de España era el de cláxones sonando en muchas ciudades. Hasta 30 ciudades que fueron escenario de marchas numerosas contra la Ley Celaá. Oiga, si el que ha creado la Ley no quiere oír el clamor de la calle, no tiene por qué oirlo. Allá ellos. Pero alguien de los que están ahí alrededor todos los días para decirles cosas, o que el Rey va desnudo o que son mortales, deberían decirle que el sonido está ahí. Y que la gente está ahí, aunque ellos no lo vean. Y la gente salía ayer a la calle para protestar por una ley que, además del atentado a la lengua vehicular, quiere acabar con la educación especial, con la escuela concertada, con la exigencia del esfuerzo...
La gente no quiere ser víctima de una agresión revestida de ideología. Y tienen derecho a defenderse. Sobre todo cuando se pone en marcha un ataque devastador a la libertad como el que supone esta ley. Ayer, caravanas de coches lucían banderas naranjas, nuevo símbolo de la libertad y del sentido común. Del sentido común de recordarle al Estado y a todos estos confesos de esta religión del 'estatismo' que hace que sólo vean a través de ojos de Estado: 'Oye, Estado, que tú a mí no me pagas nada. Tú no me mantienes. En todo caso, soy yo el que te mantengo a ti. Y tú eres el que está a mí servicio. Y no al revés'. Porque hay cada vez más gente que acepta por normal que el Estado sea el nuevo Dios de una religión de sustitución que pone al Gobierno como el gran credo.
Ya saben ustedes que el asunto de la escuela concertada es uno de los más delicados que contempla esta ley y ayer fue uno de los que forma más evidente estaba en el argumentario central de los que protestaban. La concertada también es un servicio público que le ahorra al Estado 3.000 millones de euros. La ley de la señora Celaá parte de un par de premisas falsas: para mejorar la escuela pública no hace falta degradar la concertada. Del mismo modo que para procurar el conocimiento de las lenguas autonómicas no hace falta excluir el español. Es tan sencillo como eso. Es un razonamiento perverso. En el caso de la concertada esconde un sectarismo ideológico sustentado en un intento de crear una sociedad homogénea y partidista. Y en el segundo, estigmatizar lo español. Ya no sólo 'el' español. Los padres contribuyen con sus impuestos a financiar el colegio público. Y los que no lo utilizan invierten además de su dinero quitándolo de lo que tienen para que su hijo se eduque de una forma concreta en función de los criterios de libertad de esos padres. Y ahorrándoles no poco dinero al Estado. Es un servicio público que está infrafinanciado por el Estado. Y por eso los padres pagan voluntariamente una cuota a la escuela concertada.
Ayer, no poca sensación de enfado y rebeldía contra la ley de esta individua. ¿Y cómo vieron esas movilizaciones desde Moncloa para que sus asesores le montaran urgentemente a Sánchez un 'aló Presidente' el domingo en televisión? Después de haberse reunido con el G-20, que parece que lo presida él. Tal y como hablaba, parecía que el G-20 es una cosa suya de toda la vida.
HERRERA: "MONCLOA PRODUCCIONES TUVO QUE ACTUAR"
Con todo el marrón de la migración en Canarias, los problemas de la covid y la respuesta de la calle a esa Ley Celaá, Moncloa Producciones dijo que había que hablar de la vacuna. Que parece también que ha inventado él la vacuna. Dos vacunas que técnicamente no existen. No tienen los aprobados finales, ni físicamente están ya depositadas para comprarlas... Pues salió Sánchez a hablar de esta vacuna, que tiene que estar lista en enero, que va a ser efectiva para una parte sustancial de los españoles, que van a estar inmunizados en junio...
¿NOS PUEDEN OBLIGAR A PONERNOS LA VACUNA?
Nos va a vacunar el mismo señor cuyo Gobierno nos dijo que las mascarillas no eran necesarias. Así que habrá que ser comprensibles con los que muestren escepticismo con una vacuna que no va a ser obligatoria. Se repartirá en 13.000 centros, que son los mismos centros de salud de atención primaria. En eso nos vamos a diferenciar de Alemania, que va a habilitar espacios públicos diferentes a los ambulatorios.
Y empezarán a suministrar por sectores, que todavía no están definidos, aunque es fácil pensar que sean en primer lugar mayores vulnerables y sanitarios.. Pero, ¿qué pasa si llega enero o febrero y aquí la vacuna se la pone poca gente? ¿Se va a abrir el debate sobre la obligación de vacunar a la población? ¿Se puede obligar a alguien a ponerse una vacuna que ha batido todos los récords de precocidad en las fases de investigación? Ese debate es muy interesante.
Hay científicos que expresan todavía algunas dudas acerca del mecanismo del coronavirus. Del RNA mensajero. El que tiene que dar una orden a una célula para que segregue una proteína. Algunos no lo acaban de ver claro. No todas las vacunas son de ese orden, pero las dos primeras sí.
Si no se toma la decisión de que sea obligatoria, puede darse el hecho de que a lo mejor sólo se ha vacunado en junio el 20% de la población. Y nos encontraríamos ante un debate científicamente interesante.