Barbosa: "Da mucho bochorno tener un ministro de Consumo que denigra el nombre de España"

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Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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"¿Qué tal? ¡Buenos días!, en este miércoles 5 de enero de 2022, vísperas de los Reyes Magos y no, no hay que ponerse nervioso, hombre, que esta noche va a haber regalos para todos. Es verdad que lo de los caramelos se ha fastidiado en muchas cabalgatas por culpa del covid, y eso da bastante rabia. Porque la caza del caramelo en las cabalgatas es, posiblemente, la primera ceremonia social en la que el cachorro de Homo sapiens empieza a entender cuál es su propia naturaleza y en qué tipo de familia ha caído.

Ahí es donde te empiezas a dar cuenta de si eres un agonías de “todos los caramelos para mí” y te pones a pegar codazos o si eres un poco señorito y le dices a tus padres: “¿Y esto, no me podéis comprar una bolsa en la tienda y acabamos antes, y no hace falta doblar el lomo?"

Y luego está la familia, que no es lo mismo tener un padre de: “tranquilo, no seas agonías que hay para todos”, que el padre que se lleva el paraguas para pescar más caramelos, y con la otra mano lleva la escalera para ver bien las carrozas.

En fin, que eso de la NOCHE DE REYES parece que no, pero lleva mucha sociología encerrada.

El caso es que los Reyes Magos, como son grupo burbuja, han hecho las cosas bien y no han caído en cuarentena, con lo cual vamos a vivir otra noche de ilusión, de esas en las que se nos cae la baba viendo como disfrutan nuestros enanos. Y recordando, un poco también, al niño que un día fuimos.

El caso es que los que fuimos niños y ahora somos sufridos padres, por lo menos ya sabemos a qué atenernos, al menos, de aquí al lunes. Ya lo que pueda pasar a partir del lunes, dependerá de lo que suceda con la pandemia.

Vuelta a clase presencial: ¿habrá profesores suficientes?

Pero, de momento, Sanidad y las comunidades autónomas han decidido, de forma unánime, retomar las clases de forma presencial, manteniendo los protocolos que ya había.

Es decir, todo lo relacionado con la ventilación de las aulas, los grupos burbuja, las mascarillas (incluso en el recreo), y las cuarentenas. De momento, la única novedad que hay con las cuarentenas es que, en caso de positivo en la clase, los compañeros no vacunados deberán guardar una cuarentena de tan sólo 7 días, en lugar de 10 como hasta ahora. Pero es que, además, ya se ha abierto la puerta a estudiar, directamente, la eliminación de las cuarentenas.

Lo propone el famoso borrador de Sanidad que deja caer la idea de que en Infantil y Primaria, no se guarde cuarentena, aunque haya un contagio en clase y los niños no estén vacunados. Lo que pasa es que, como estamos en un escenario tan líquido, con un tercio de niños vacunados, pero la mayoría sin vacunar y, sin querer dar a entender -porque no es verdad-, que los niños vacunados ya ni contagian, ni se contagian, pues se lo han querido tomar con un poco más de calma.

Así que, de momento, la posible eliminación de las cuarentenas por algún positivo que no suponga brote deberá esperar, al menos, hasta la semana que viene, cuando se reúnan las ponencias que deben tomar la decisión.

La ministra de Sanidad, Carolina Darias, daba cuenta de la decisión y destacaba que ha sido un "acuerdo país", en el que todos los territorios han decidido ir a una, para evitar, dice ahora el Gobierno, la “volatilidad de medidas que genera incertidumbre".

Que tiene su miga la cosa porque ayer tocaba defender las bondades de actuar de forma absolutamente diferente, a como han gestionado el resto de aspectos de la pandemia. Es decir, cuando les conviene salen a hacer apología de la cogobernanza y lo bonito que es que cada territorio aplique las medidas que consideren oportunas, pero ayer (y en esto creemos sinceramente que aciertan), tocaba decir que, 'hombre… en cuestiones como esta lo mejor son “las decisiones de país y evitar la incertidumbre”'.

Claro, les faltó decir que la incertidumbre que hemos provocado, y seguimos provocando, en todo lo demás... Pero, bueno, bien está que los padres sepan a qué atenerse y no se haya cometido la incoherencia de pretender cerrar los colegios, mientras en la mayor parte de España se han mantenido abiertas otro tipo de actividades.

Ahora, como decimos, falta saber si el estado de las cosas permite que el arranque vaya razonablemente bien o si la alta incidencia del virus provocará demasiados contagios en unos colegios que, hay que recordar, por ellos mismos, han demostrado ser un lugar seguro. Otra cosa es que los niños lleven el virus de casa.

Eso y que haya profesores suficientes para dar las clases, sin que las bajas laborales hagan estragos. En todo caso, la ministra de Educación ha querido lanzar un mensaje de tranquilidad y confianza.

Pues cruzamos los dedos para que a partir del lunes la inmensa mayoría de los críos puedan retomar su formación académica, sin demasiados incidentes: primero, por su propio beneficio educativo, y luego, por evitarle a las familias el trastorno absoluto que suponen las cuarentenas.

Caos administrativo por las bajas por ómicron

De la pandemia, por cierto, los contagios siguen siendo muchísimos, pero ayer, al menos, no se batió record absoluto: 117.775 contagios en 24 horas, con 115 fallecidos.

La presión hospitalaria aguanta, pero el goteo de ingresos continúa. Suben 5 décimas en planta y 2 en UCI. Esperemos que no aumente y, si puede frenarse, mejor que mejor.

Por el sistema sanitario, y por el sistema laboral porque es tal el jaleo administrativo, que el Gobierno tiene dificultades para dar un dato real y actualizado de cuántas bajas laborales hay activas ahora mismo en España. De hecho, hay gente que está saliendo de la cuarentena sin que le hayan tramitado la baja.

Y, miren, hablando de trabajo, hoy también será un día para seguir analizando la letra pequeña de los datos de empleo que nos ha dejado 2021. Unos datos fundamentalmente positivos, porque se ha recuperado el nivel de empleo previo a la pandemia. De hecho, se supera en más de 360.000 personas o, dicho de otra manera, en 2021 se crearon 776.000 puestos de trabajo. También es llamativo que estamos rozando los 20 millones de afiliados a la Seguridad Social.

¿Qué se le podría haber pedido al mercado laboral para que la fiesta fuera completa?

Pues que no hubiera, como sigue habiendo, 100.000 personas en ERTE, especialmente del sector turístico. O que, aun recuperando los niveles de empleo anteriores a la pandemia, España siga teniendo 3’1 millones de parados. Que sigue siendo una barbaridad.

Queda también la duda de hasta dónde llegará el rejonazo de ultimísima hora, que se llevó el mes de diciembre a cuenta de ómicron. A partir del 17 de diciembre la afiliación cayó y, en los últimos 9 días del año, se destruyeron 187.000 empleos.

Otro dato que nos tiene que poner en guardia es que hay 74.000 empresas cotizando menos que a finales de 2019. Lo cual nos da pie a hacernos una serie de preguntas porque es un poco chocante que, estando el PIB seis puntos por debajo de lo que teníamos antes de la pandemia, el empleo se haya comportado mucho mejor. Y hemos tenido un comportamiento del empleo bastante aceptable, teniendo en cuenta, por ejemplo, que el gasto de los turistas internacionales fue un 26% inferior que en 2019. O que la producción de automóviles también ha estado un 20% por debajo.

Así que algunos se preguntan si la calidad del empleo es la misma que la teníamos antes de la pandemia. O si, por ejemplo, la contratación pública está maquillando demasiado los datos de empleo.

Si la creatividad estadística está maquillando que hay todavía afiliados sin empleo o parados en curso de formación que no cuentan como parados. ¿O cuál es la situación real del sector privado? Porque el sector industrial no está tirando lo que debería.

En todo caso, luego está la paradoja política de la lectura del paro. Lo planteaba ayer, sin ir más lejos, la Asociación de Trabajadores Autónomos. Es curioso porque ayer el Gobierno salió a celebrar muy ufano el buen comportamiento del mercado laboral, gracias a una reforma laboral que según ellos era malísima y muy perjudicial, hasta el punto de que la han querido cambiar parcialmente.

Y con Madrid tirando del carro de la creación de empleo. Con lo cual, cabría preguntar al Gobierno si era necesario demonizar tanto esa reforma laboral y cuestionar la política económica de Madrid, como la cuestionan cada vez que pueden.

Garzón denigra el nombre de España cuando no mata moscas con el rabo

A todo esto, de lo que no se libra el Gobierno es de sus capítulos de difícil justificación o directamente de bochorno puro y duro.

Por un lado, el Gobierno ha echado balones fuera ante la petición del PP y evita informar de los viajes en Falcon de Pedro Sánchez en 2021. Dice Moncloa que es “materia especialmente sensible”.

Debe ser que, además de ir a actos del PSOE en el avión presidencial, debe haber realizado algún viaje secreto para salvar la paz en el mundo y esa información no se deba conocer porque si no, ciertamente no se entiende que el Gobierno sea capaz de esgrimir, nada menos que la Ley de Secretos oficiales para no dar detalles de algo que debería ser de absoluta transparencia.

Y lo que también provoca muchísimo bochorno es tener un ministro de Consumo, que no solo se pasa el día matando moscas con el rabo, sino que, cuando puede, denigra el buen nombre de España por el mundo.

Porque eso es lo que hizo Alberto Garzón el pasado 26 de diciembre al conceder una entrevista al diario británico The Guardian para decir ni corto ni perezoso, que España exporta carne de mala calidad. Esto, un ministro de Consumo español en entrevista a un medio del Reino Unido, que es uno de nuestro principales clientes en el mercado alimentario.

Y todo por su cruzada contra las grandes granjas de explotación y contra la carne en general. Luego lo ha intentado arreglar diciendo que el periodista resumió sus palabras demasiado y que él solo criticaba la explotación intensiva de ganado en España, pero lo cierto es que un ministro de España ha ido al extranjero a decir que una parte importante de la carne que exportamos es de mala calidad, además, de contaminar, de maltratar a los animales, etc, etc..

Con lo cual, este señorito de izquierdas, como lo son todos los que pretendne vivir del cuento del revolucionario profesional / político, que solo quiere comer carne de máxima calidad, le ha faltado al respeto a muchos ganaderos y a muchos veterinarios y profesionales que velan por el cumplimiento, escrupuloso, de las normas.

¿Alguien se imagina a un ministro británico diciendo en un medio de España que el Reino Unido nos vende cualquier cosa de mala calidad? ¿A que sería impensable? Y a que si lo hiciera, ¿ese ministro británico sería fulminado inmediatamente por Londres?

Pues eso es lo que ha pedido ya todo un barón socialista como es el presidente de Aragón, Javier Lambán, que considera que Garzón ha agredido a una parte imporatnte de la economía aragonesa y que tenerle de ministro es “en sí mismo, un insulto a la inteligencia”

Pero será difícil que Sánchez eche a Garzón, porque Garzón es la cuota de Podemos, la que tenemos que sufrir aunque Garzón haga de las cosas más lamentables que puede hacer un español en esta vida, emular, de forma cutre a Antonio Pérez e irte a la pérfida albión a rajar de España.

Dice que mucha de nuestra carne es de mala calidad y lo dice nuestro Antonio Pérez de marca blanca".

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