David Martín: “Quiero que mi hijo sea eterno”

A David Martín la vida le cambió en cosa de un mes. Lo que se tarda en ir al médico y esperar el diagnóstico de unos mareos. Pero esos mareos no eran los suyos. Eran los de su hijo: un niño de 4 años.

En un mes le cambia la vida porque es cuando a su hijo le diagnostican un tumor cerebral. La lucha dura un año y medio y la ha querido contar en un libro: “Regálame una sonrisa”. Dice David Martín que aunque han pasado 10 años, “la historia es mi presente y está continuamente”. Este libro es fruto de una promesa, una noche en el hospital La Paz de Madrid, porque Iván su hijo, le insistía. Uno de los motivos para hacer realidad la promesa es porque “quiero que sea eterno”.

Desde aquel día del mareo, nadie podía pensar que iba a ser el principio del fin. Un simple mareo. Y solo año y medio para aprender varias lecciones: la más importante la de que la muerte existe: “no nos educan para saber que la muerte está ahí, y cuando lo entiendes, vives la vida de otra forma y estás en la vida siempre presente”.

Su hijo Iván afrontó la situación con valentía: “mirando de frente a la enfermedad”. De hecho, para mirarla, lo hacía sonriendo. Se inventaron “el juego de las sonrisas”, en el que competían a ver quién conseguía más sonrisas “y a día de hoy seguimos haciéndolo”. Dice que pedía a diario a su virgen que le curara “y creo que sabía lo que venía”. No sintió lo mismo su padre “yo pensaba que tenía la llave mágica de la vida, necesitaba esta historia para aprender”.

Lo que peor recuerda, es el día del diagnóstico y exige que haya más humanidad. “Es de los 5 peores días de mi vida”. Un mensaje “frío, áspero sin sentimiento, desgarrador y quiero parar ahí...” Se emociona David, porque aunque quiere echar el recuerdo de su vida, aún no está lejos. “No se puede superar nunca un hecho así, pero ayudan mucho los recuerdos”, como la última palabra de Iván antes de morir: “te quiero papá”.

Deberían educarnos para asumir la muerte. David dice que nos pertenece, que saber que morimos, nos permite no dejar nada por hacer. Como buen jinete de doma, David ahora se refugia en los caballos: “son los ladrones de la depresión”.

El primer pensamiento de un padre, es su hijo que ya no está. Su libro un homenaje para hacerle eterno. Una entrevista de radio, para que Iván corretee un rato en nuestros corazones.